Joyas, Tendencias

5 inversiones de moda para toda la vida

Son piezas inteligentes capaces de sobrevivir a cualquier tendencia y que por su calidad pasan de generación en generación casi sin inmutarse. Con ellas nuestro armario y el planeta salen ganando.

La fugacidad de las tendencias y la rapidez de la moda low cost nos han sumergido en una espiral de compras sin sentido bajo la peligrosa filosofía de usar y tirar. Afortunadamente la conciencia ecológica de los últimos años nos redirige hacia un consumo más responsable, y tenemos más claro que cuando elegimos calidad por encima de cantidad ganan el planeta y nuestro armario. Se trata de vaciarlo de piezas que no usamos —algunas ni recordamos que las tenemos— y llenarlo solo de aquellas que nos encanten. De recuperar la fórmula de consumo de nuestras abuelas, que guardaron prendas y joyas con mucho mimo no solo para ellas sino también para legar a las mujeres de las siguientes generaciones. Con este método la ropa deja de tener un valor únicamente material para adquirir uno sentimental.

Seleccionar en vez de acumular nos garantiza la oportunidad de hacernos con grandes inversiones en moda, que por su calidad y atemporalidad estarán junto a nosotras (y a la de nuestras herederas) toda la vida. La clave está en apostar por materiales responsables y técnicas de confección artesanales, y buscar piezas clásicas que, independientemente de lo que ocurra sobre las pasarelas, siempre se llevarán. Este es precisamente el plan que siguen estas cinco piezas que te proponemos: infalibles en cualquier década y a cualquier edad.

Un pañuelo de seda estampado

Un hecho tan trivial como la inauguración de una línea de autobús (concretamente la que unía las plazas de la Bastilla y la de la Madeleine), dio lugar a uno de los accesorios más extraordinarios del mundo de la moda. En 1937, Robert Dumas, futuro heredero de Hermès, creó un pañuelo de seda con motivos sobre el nuevo trayecto del transporte público parisino. Esa fue solo la primera pieza de tantas que han marcado la historia de la maison.

El denominado carré (cuadrado, en francés) continúa hoy teniendo la forma del original (90 por 90 centímetros) y una confección manual. A lo largo de estas décadas ha servido como lienzo sobre el que diferentes artistas han plasmado su obra. De ahí que cada pieza sea única y que adquiera un valor si de una pequeña pieza de arte se tratara.

Carré de Hermès
Carré en twill, 100 % seda, con dobladillo hecho a mano, de la colección diseñada por Sophia Andreotti y Edouard Baribeaud para Hermès. ©Hermès

El carré de Hermès es un accesorio eterno y versátil, que se lleva para cubrir la cabeza, anudado a la altura del mentón —un estilo de los años 50 al que es fiel la Reina de Inglaterra—, rodeando el cuello, como cinturón, turbante, top e, incluso, para sujetar en cabestrillo un brazo lesionado: una idea genial de Grace Kelly.

Una cadena de eslabones de oro

Echar la vista atrás es el método más preciso para comprobar si una pieza que entra hoy en nuestro joyero podrá permanecer inalterable al paso de las tendencias. La historia de la moda confirma que una cadena de eslabones es una firme candidata para completar nuestros looks hasta la eternidad.

A pesar de que Coco Chanel elevó las cadenas de eslabones al olimpo de la joyería, la fiebre por este accesorio comenzó en los 70 con la estética boho. Los collares largos, con la suficiente longitud como para dar varias vueltas, hicieron match con estilismos relajados de pantalones de campana o vestidos tipo túnica. Jacqueline Onassis fue entonces una de las incondicionales de este accesorio. Después, encajó a la perfección en la época de excesos que fueron los 80 y, a pesar de tratarse de estilos antagónicos, también lo hizo con el minimalismo de los 90.

Collar de eslabones
Collar de 80 centímetros, formado por eslabones de oro amarillo, de Rabat. ©Rabat

Pero ¿cuál es el secreto de su versatilidad? La cadena de oro encaja en contextos de noche, de oficina e, incluso, con un look de vaqueros menos elevado. Es una pieza camaleónica que se adapta a todo. Incrementa la desmesura del maximalismo y pone de relieve la elegancia del minimalismo. 

Una chaqueta de tweed

Cuando Coco Chanel empezó a trabajar con el tweed escocés, este era un tejido tosco reservado únicamente al vestuario masculino. La diseñadora lo transformó para crear su mítico conjunto de chaqueta y falda, que gracias a la libertad de movimiento que proporcionaba a las mujeres marcó un antes y un después en la historia de la moda. Hoy esta prenda de patrón impecable —el forro esconde una cadena que certifica una caída perfecta— continúa siendo un símbolo de modernidad. Karl Lagerfeld, que cogió el testigo de la maison en 1983, ya lo vaticinó: “Hay cosas que nunca pasan de moda: el vaquero, la camisa blanca y la chaqueta de Chanel”. Y precisamente las tres juntas forman uno de los looks más eficaces.

Chaqueta de tweed CHANEL
Chaqueta de tweed en forma oversize, de la colección primavera-verano 22 de Chanel ©Chanel

Un reloj eterno

Nació como un modelo más de la línea Seamaster de Omega hasta que en 1967 el De Ville comenzó a tener una identidad propia. Se trataba de un reloj con la precisión y la fuerza de la maquinaria de la casa —famosa por ser inalterable en las muñecas de un buzo, un astronauta o de James Bond— pero con un diseño más sencillo y moderno. El propósito fue entonces llegar a un público más joven y moderno y, décadas después, continúa con el mismo espíritu. La estética vintage pero a la vez contemporánea de este modelo, de acero y oro con esfera de nácar, lo convierten en una pieza eterna que encaja en la muñeca de una mujer a cualquier edad. Más que un deseado accesorio es una pieza de coleccionista.

Omega De Ville
Omega De Ville Prestige Co-Axial con caja de acero y oro y esfera de nácar, en Rabat. ©Rabat

Un bolso icónico

El modelo Amazona de Loewe es, además de un clásico que nunca ha dejado de ser tendencia, un símbolo de independencia feminista. Fue creado en 1975 cuando la mujer comenzaba a ganar igualdad en el mercado laboral. Su diseño práctico (flexible y ligero) y su calidad resistente convirtieron a este accesorio en un must de las oficinas españolas. Y con él nació el concepto de accesorio 24/7, un bolso que servía (y continúa sirviendo) para cualquier momento del día.

Su estética sigue fiel al original, con todos los elementos que lo hacen inconfundible: el icónico candado con sus correspondientes llaves, el logotipo estampado en relieve sobre la piel, las cantoneras que sirven de refuerzo a cada una de sus esquinas y los remaches metálicos de la base. Y así, hasta 61 piezas diferentes que componen este modelo y que Loewe, fiel a su compromiso con la artesanía, produce de forma manual: cuatro artesanos participan en la fabricación de cada uno.

Bolso Amazona 23 de piel suave en color cyan. ©Loewe