Joyas, Tendencias

6 colores para estar a la última esta primavera

Las pasarelas, a través de las tonalidades, proponen looks con el poder de transmitir mensajes y de cambiar o reforzar nuestro estado de ánimo

En su libro Teoría de los colores (1810), Goethe habló por primera vez del dominio que estos tienen sobre nuestra mente y nuestras emociones. ¿Cómo explicar si no las decisiones que tomamos cada vez que abrimos el armario? Si nuestra manera de vestir ofrece información sobre nuestra personalidad, los colores lo consiguen aún más. Al fin y al cabo es el detalle que queda en nuestra retina para siempre. Solo hay que remitirse a los hechos para comprobarlo: el icónico vestido con el que Julia Roberts fue a la ópera en Pretty Woman pasó a la historia como el vestido rojo de Pretty Woman. Y así sucede con el verde de Expiación o el fucsia de Marilyn Monroe… Ya lo decía Kandinski: “El color es un poder que influencia directamente sobre el alma”.

Esta temporada la tendencia es decidirse por uno. O por varios. Pero siempre y cuando no los mezclemos. Las pasarelas dejan en un segundo plano los estampados y las combinaciones para apostar por los total looks monocolor. ¿Cuál elegir? He aquí los seis colores que protagonizarán la temporada.

Rojo

Créditos fotos, de izquierda a derecha y de arriba abajo, cortesía de: Bottega Veneta, Balenciaga, Alaïa, Chanel, Lanvin, Saint Laurent Paris.

«El rojo es clarificador, brillante y revelador. No me puedo imaginar que alguien se aburra con el rojo, sería como aburrirse de la persona a la que amas». Con estas palabras, Diana Vreeland resumía su historia de amor con este color, con el que llegó incluso a tapizar las paredes de su despacho. El espectro es infinito, desde las tonalidades arcillosas del Antiguo Egipto o el bermellón del imperio romano, hasta la oscuridad del pigmento que Venecia comercializaba por el Mediterráneo en el siglo XV. Pero parece que solo Valentino Garavani logró encontrar la mezcla perfecta. El hallazgo se produjo en el Liceo de Barcelona, a finales de los 50, y desde entonces ha sido uno de los mayores logros de su carrera: el rojo Valentino. Su sucesor, Pierpaolo Piccioli, continúa con la fórmula exacta del modisto: 100% de amarillo, 100% de magenta y 10% de negro. Esta temporada, conscientes de su poder, Alaïa, Chanel, Lanvin, Bottega Veneta, Saint Laurent Paris y Balenciaga Lanvin utilizan también el rojo en sus colecciones.

ROSA

Créditos fotos, de izquierda a derecha y de arriba abajo, cortesía de:
Cecilie Bahnsen Chanel, Patou, Prada, Giambattista Valli y Y/Project

Desde el más suave y sutil pastel hasta el divertido rosa chicle o el enérgico fucsia, con el que tanto jugó Elsa Schiaparelli. Las opciones son tan infinitas como sus propósitos. El rosa hoy puede ser femenino y también feminista, y puede ser delicado y, a la vez, fuerte, porque su significado vuelve, en parte, al que tuvo en el siglo XVIII, cuando hombres y mujeres lo vestían sin distinciones. Paul Poiret utilizó este color en su más amplia paleta —pálido, pastel, cereza, fucsia…—. Después Marilyn Monroe, en Los caballeros las prefieren rubias, y Audrey Hepburn, en Funny Face, lo convirtieron en símbolo absoluto de la sofistación. Hasta que en los años 80 pasó a abanderar la cultura punk. Hoy las pasarelas incluyen el rosa tanto en vestidos románticos —este es el caso de Cecilie Bahnsen—, como en trajes de chaqueta con pantalón paper Oxford (Y/Project) o con aplicaciones de plumas (Patou). El pastel está presente también en las colecciones de Chanel, Prada y Giambattista Valli en una ecléctica propuesta que demuestra que es un color que encaja en cualquier tendencia.

AZUL

Créditos fotos, de izquierda a derecha y de arriba abajo, cortesía de: Chloé, Giorgio Armani, Issey Miyake, Loewe, Simone Rocha, Tod’s.

Ni marino ni eléctrico, el azul pastel es una de las tendencias cromáticas más fuertes. Esta tonalidad pastel, tan recurrente en la moda rococó del siglo XVIII, transmite calma, confianza y amor, gracias a la costumbre de Madame de Pompadour de utilizar flores azules como símbolo de fidelidad al rey Luis XV. No solo fue un símbolo frívolo de la corte sino también el sello con el que se identificaba a las denominadas bluestocking, es decir, a las mujeres cultas e intelectuales de la época, con Elizabeth Montagu a la cabeza. Precisamente Simone Rocha recupera el espíritu de esa estética barroca con composiciones abullonadas de popelín. Loewe opta también por las formas más excesivas, mientras que Issey Miyake, Giorgio Armani, Chloé y Tod´s abrazan el minimalismo, este último en clave oriental.

AMARILLO

Créditos fotos, de izquierda a derecha y de arriba abajo, cortesía de: Altuzarra, Jil Sander, Lanvin, Lemaire, Molly Goddard y Victoria Beckham.

En cromoterapia el amarillo está relacionado con la alegría. Tiene todo el sentido: vestirnos del color del sol es vestirnos de días más largos y cálidos. Parte de esta felicidad se la debemos a los artistas impresionistas, los primeros pintores en plasmar en sus lienzos la realidad tal y como la percibían sus ojos y no como la imaginaban. Para conseguirlo, necesitaron de grandes cantidades de amarillo, capaz de reproducir mediante mezclas la incidencia de los rayos solares sobre los objetos (véase la obsesión de Monet por mostrar la luz sobre la catedral de Rouen durante un día completo). Cuando en 2016 Beyoncé vistió un diseño en tono cadmio firmado por Roverto Cavalli para presentar su álbum Lemonade, la puerta del amarillo —y de la alegría y el optimismo— se abrió de par en par en las casas de costura: desde el mantequilla al azafrán, pasando por el limón o el mostaza. Ahora el amarillo viene suavizado en trajes: de pantalón campana, como en la propuesta de Victoria Beckham, o de líneas depuradas —lo encontrarás en la colección de Jil Sander—. Los vestidos románticos los firman Molly Goddard y Lanvin, y el minimalismo de los 90 corre a cargo de Lemaire y Altuzarra.

BEIGE

Créditos fotos, de izquierda a derecha y de arriba abajo, cortesía de:
Celine, Loewe, Schiaparelli, Tod’s, Dior y Louis Vuitton.

La industria de la moda mira hacia la sostenibilidad. Muchos procesos de producción, hasta ahora nocivos para el medio ambiente, están siendo revisados y modificados bajo el paraguas de un compromiso por hacer las cosas bien. Como consecuencia de este cambio de paradigma, la moda busca inspiración en la naturaleza y en los tradicionales trabajos de artesanía: el sistema de producción más responsable. De ahí que los tonos tierra —que evocan tejidos naturales como la rafia o el lino, o elementos como la tierra y las cortezas de árbol— sean tendencia. Del marrón más oscuro hasta el beige más sutil tiñen no solo vestidos informales sino también trajes (Schiaparelli y Vuitton) y elaborados diseños de encaje y pedrería (Maria Grazia Chiuri para Dior). Y desde la practicidad de las mezclas de lino y cuero de Tod´s, a los perfectos plisados de los vestidos de Celine o la inspiración de la cultura japonesa en Loewe.

BLANCO

Créditos fotos, de izquierda a derecha y de arriba abajo, cortesía de: Dior, Givenchy, Jacquemus, Jil Sander, Nina Ricci y Stella McCartney.

“Prácticamente cada vez que se hace historia, ahí está. [El traje blanco] ya no es solo un traje. Es un símbolo”, con estas palabras describe Vanessa Friedman, la influyente editora de moda de The New York Times, la elección del blanco sobre otros colores de nuestro armario. Fue el color elegido por las sufragistas para reivindicar su derecho al voto a principios del siglo XX y el seleccionado por las congresistas estadounidenses para vestir en momentos en los que su elección estilística necesitaba transmitir un mensaje muy claro. Antes incluso de las sufragistas, el blanco ya demostró que es un color de reivindicación y ruptura con los anteriores sistemas: estuvo de moda tras la Revolución Francesa como emblema de rechazo hacia el Antiguo Régimen. Esta temporada Givenchy, Stella McCartney y Jil Sander proponen trajes casi arquitectónicos, mientras que Nina Ricci suaviza las formas con tejidos más fluidos. Por su parte, Jacquemus y Dior diseñan vestidos más etéreos, libres de ataduras, en tejidos naturales.