Joyas

La inspiración de la joyería de Bvlgari en un recorrido por Roma

Cada pieza de la firma es el reflejo de un rincón de la Ciudad Eterna y, por lo tanto, de su historia. Desvelamos los lugares que han dado origen a las joyas más emblemáticas.

La historia de Bulgari es una historia de amor incondicional a Roma. Y es que, aunque hayan sido muchos los artistas y cineastas que han plasmado en su obra su idilio con la Ciudad Eterna, nadie la ha idolatrado tanto como esta emblemática firma de joyería. Las creaciones de Bulgari, como define el mismo Paolo Bulgari, nieto del fundador, “son un recorrido por las obras maestras italianas en las que se inspiran”.

Precisamente fue en Roma donde Sotirio Bulgari, un orfebre de origen griego, fundó en 1884 un negocio, primero de exclusivas piezas de plata y, más tarde, de platino y diamantes. A lo largo de estos años, las emblemáticas joyas de la casa han tenido un denominador común: su inspiración en la arquitectura y el arte romanos. En las décadas de los 30 y 40 del siglo pasado, sus colecciones se regían por las pautas de la joyería francesa: tendencia que daba prioridad a los diamantes y a la estética art decó. Tras la Segunda Guerra Mundial y con la internacionalización del cine italiano y sus divas, las creaciones de Bulgari comenzaron a tener una estética propia e inconfundible, con piezas de colores y revolucionarias técnicas artesanales que se salían de la norma. A partir de entonces la firma es un emblema de Italia en general y de Roma en particular.

Ya solo el logotipo de la firma, formado por letras capitales romanas —las mismas que componen, por ejemplo, la inscripción del Arco de Constantino y que rodean las gemas de la colección Bulgari Bulgari—, nos transportan a la Ciudad Eterna, y más en concreto a ese momento de la historia en la que Roma dominaba medio mundo.

De esa época nos habla también la colección Diva. La forma de abanico de sus colgantes y anillos, e incluso sus colores —blanco, burdeos o esmeralda—, son los mismos que encontramos en algunos de los mosaicos de mármol de las Termas de Caracalla. Inauguradas alrededor del año 216 por el emperador del mismo nombre, estos baños públicos para el uso y disfrute de los ciudadanos son el testigo de la opulencia de la Roma Imperial. Y aunque ahora nos queden solo las ruinas de lo que fue, este punto turístico es de parada obligada, ya que gracias a una gafas de realidad virtual, se puede viajar al pasado y recorrer cada una de las bellas estancias tal cual fueron en su época.

Aunque no es necesaria ninguna tecnología para apreciar los mosaicos en los que Bulgari se inspira. Gracias a una reciente restauración, llevada a cabo con el mecenazgo de la firma, esta composición geométrica única en el mundo —los clásicos mosaicos romanos constaban generalmente de una decoración figurativa— formó parte del gimnasio de las termas. 

Más de un siglo antes de que los ciudadanos de Roma disfrutasen de baños y conversaciones en las Termas de Caracalla, vieron levantar la construcción más simbólica de la ciudad: el Coliseo. El anfiteatro comenzó a construirse bajo el mando del emperador Vespasiano en el año 71, pero fue Domiciano en el 82 cuando inauguró esta edificación circular dividida en cinco niveles.

Hace 22 años y con el propósito de crear una joya que uniera la modernidad con la antigüedad para estrenar el nuevo milenio, Bulgari diseñó su emblemático anillo B.Zero1 inspirado en el Coliseo. En esta pieza se unen la perfecta geometría de la construcción romana y las técnicas más revolucionarias del diseño de joyas, al permitir que este anillo sea flexible gracias a un mecanismo especial que enrolla una estructura de tubogas en una espiral con un núcleo cilíndrico hueco

Pero si hay una imagen que enseguida identifiquemos con Bulgari, esa es la serpiente. Enroscada en torno a la historia de la humanidad, este reptil se remonta a la mitología de la Antigua Grecia y Roma, como encarnación de la sabiduría, la vitalidad y el ciclo de la vida. Cuando Hércules era tan solo un niño (representado en una escultura de mármol en los Museos Capitalinos) se enfrentó a la serpiente que su madrastra, Hera, envió para matarlo en su cuna. Inspirándose en su legado romano, Bulgari creó su primer Serpenti en la década de los años 40: un reloj en forma de serpiente que se enroscaba en la muñeca y ocultaba la hora en su cabeza enjoyada. A partir de entonces han sido muchas las reinterpretaciones que la marca ha hecho de la serpiente. 

No solo la Roma Imperial ha sido fuente de inspiración para los diseñadores de Bulgari. La firma también rinde tributo al periodo barroco a través de las gemas en talla cabujón, una técnica que acentúa la luminosidad y que recrea las cúpulas del paisaje romano, o las formas geométricas de las plazas y las plantas de las basílicas. El octógono se convirtió en la forma más utilizada para las grandes joyas de los 70, como el fabuloso collar de platino, zafiros y diamantes, que Richard Burton regaló a Elizabeth Taylor por su cumpleaños. Esa misma estructura octogonal recoge hoy las horas en la esfera del reloj Octo Finissimo.

Tras más de un siglo de vida, Bulgari forma ya una parte imprescindible de la historia de Roma. Tanto es así que su museo, situado en la boutique de la Via Condotti 10, es ya de interés turístico. Allí se encuentra parte de las piezas históricas que componen su colección Heritage y las que, por supuesto, reflejan el amor de la firma por la Ciudad Eterna. A través de exuberantes joyas están representados la plaza de San Pedro, la del Popolo, el puente de Sant’Angelo, las fuentes de Piazza Navona, el Panteón o la escalinata de la plaza de España. Una manera diferente (y muy artística) de recorrer las calles de Roma repasando su historia. Por cierto, que los adoquines por los que pisamos cuando la visitamos también están representados en la colección Parentesi.