Joyas, Lifestyle, Tendencias

Por qué es tendencia (y nos encanta) la moda alpina en la ciudad

Adoptar el look de la montaña tiene un valor más allá del puramente estético. El gorpcore nos protege de las adversidades climatológicas y nos guía por el camino del escapismo

Cuenta el fundador de Patagonia, Yvon Chouinard, en su libro Que mi gente vaya a hacer surf, que en épocas de crisis su empresa no solo ha sobrevivido sino que ha salido reforzada. Lo dice el hombre que más sabe de la unión entre tejidos y montaña o, dicho de otra forma, de la única moda efectiva (y además sostenible) que persigue objetivos tan obvios como protegerse del frío o repeler el agua de la lluvia. Queda entonces comprobado por Chouinard, tras 50 años de experiencia (Patagonia se fundó en 1973) y décadas de subidas y caídas bursátiles, que en tiempos convulsos a la humanidad nos gusta eso de practicar el escapismo poniendo el foco en el campo.

Gucci para The North Face
Gucci para The North Face

Desde hace dos temporadas, los jerséis alpinos, las botas de après-ski y los abrigos de plumas —capaces de resistir las temperaturas más extremas— no son solo equipaciones guardadas en armarios a la espera de emprender un viaje a una estación de esquí. Más bien se trata de elementos versátiles que conviven sobre el asfalto con otras tendencias urbanas, y que son creados incluso por firmas de moda ajenas a los contextos de montaña.

Jil Sander para Arc'teryx
Jil Sander para Arc’teryx

De ahí el éxito, esta temporada, de la denominada ‘shacket’ (viene de la unión de las palabras shirt y jacket), una sobrecamisa popularmente conocida como ‘de leñador’ y con un claro espíritu grunge, que ha dejado de ser tendencia para convertirse en un básico. Funciona como chaqueta de entretiempo o como una capa más que añadir (entre el jersey y el abrigo) a nuestro look de invierno. Y con la versatilidad de poder usarla para asistir a una comida en la ciudad o disfrutar de una jornada de trekking.

Incluso la joyería se contextualiza en el bosque. Pulseras y collares formados con cuerdas y abalorios, en oro y preciosas gemas, forman el estilo summer camp o, lo que es lo mismo, piezas que parecen haberse hecho a mano entre compañeros de aventuras, y que tienen un solo objetivo: regalarlas a modo de testigo eterno (casi como un talismán) de nuestras hazañas compartidas.  

Sobrecamisa de franela, de Isabel Marant Ètoile en Net-A-Porter
Sobrecamisa de franela, de Isabel Marant Ètoile en Net-A-Porter
Botas de hiking con cordones de escalada, de Ganni
Botas de hiking con cordones de escalada, de Ganni
Pulsera de hilo con bolas de oro y hematita gris, de Rabat
Pulsera de hilo con bolas de oro y hematita gris, de Rabat

Esta estética, denominada gorpcore (en inglés, gorp son los snacks compuestos de frutos secos que guardan los montañistas en sus mochilas), comenzó hace ya algunas temporadas con la marca Ganni —introdujo en el street style botas con cordones de escalada—, y siguió con los anoraks térmicos y los cortavientos de Balenciaga y Vetements, o los pasamontañas de Calvin Klein 205W39NYC. Esos balaclavas con los que todavía no terminamos de atrevernos (quizás como herencia del trauma del verdugo de nuestra infancia) y que, sin embargo, protagonizaron algunos de los mejores looks de esquí de Jacquelinne Kennedy durante los 60 y 70.

Jeanette Madsen y otras de las asiduas a la Semana de la Moda de Copenhague dieron visibilidad internacional a esta nueva versión del trekking urbano. Las influencers escandinavas vieron la gran oportunidad de abrazar la comodidad, sin renunciar al estilo, en sus ciudades de condiciones climatológicas adversas. Mientras que en la escena masculina queda esta temporada afianzado con las colecciones de Moncler, Jacquemus, Fendi, Balenciaga o Louis Vuitton. Por cierto, que el recién fallecido Virgil Abloh llevó a Vuitton el gorpcore como parte imprescindible de su plan por elevar el streetwear al olimpo del lujo y, de paso, escribir una importante página de la historia de la moda.

Cazadora acolchada con plumón, de Moncler en Mr Porter
Cazadora acolchada con plumón, de Moncler en Mr Porter
Reloj Panerai Submersible Carbotech PAM01616 en Rabat

Reloj Panerai Submersible Carbotech PAM01616 en Rabat
Chaleco de tejido polar, de Patagonia
Chaleco de tejido polar, de Patagonia

Este año la tendencia ha culminado con las uniones de Arc’teryx

y Jil Sander, y Gucci con The North Face, donde la influencia prerrafaelita de Alessandro Michele se fusiona con la ropa técnica (y enormemente práctica) de la empresa estadounidense. Uno de los tejidos inteligentes más efectivos, el famoso Gore-Tex, lo inventó el ingeniero químico Robert Gore en 1969. Ocurrió casi por casualidad (como todos los buenos inventos) mientras buscaba formas más económicas de fabricar cinta de teflón. Hasta ahora este material impermeable, que aisla a la vez que transpira, había quedado relegado a las equipaciones de los deportes de exterior hasta que las tendencias streetwear y athleisure lo han posicionado como un must en las colecciones urbanas.

Gucci para The North Face
Gucci para The North Face

Pero, ¿por qué nos gusta tanto el gorpcore? Existen dos razones fundamentales: una práctica y otra emocional. La práctica es evidente. ¿Qué sentido tiene vestir gabardinas de algodón que calan o abrigos de mezcla en los que la lana es casi inexistente? Queremos una mayor calidad en las prendas que compramos. Que duren más tiempo y que cumplan su función original, tan obvia como olvidada: abrigar y proteger. 

La segunda razón, la más romántica, tiene que ver con la nostalgia que impera en las pasarelas. Buscamos tendencias que miren al futuro pero que, a la vez, conserven un anclaje al pasado. Al nuestro. Ese que nos conecta con recuerdos personales —la ropa es un detonador inequívoco de la memoria—. El gorpcore, que bebe de la estética alpina de los 70, 80 y 90, nos teletransporta a excursiones y campamentos con amigos. A momentos únicos de diversión y desconexión al aire libre. Porque vestirse de montaña, aunque sea para no salir de nuestro barrio, es también una divertida forma de hacer de lo peculiar algo cotidiano.