Y es que no conviene subestimar el poder de un anillo, unos pendientes o un colgante para atesorar historias y elevar la presencia. Para darles forma, nada como el oro, que desde hace miles de años, está considerado uno de los metales más escasos, preciados y, por ende, más codiciados. En la tabla periódica se representa con las siglas Au, esto se debe al nombre que recibió en latín, aurum, que significa brillante, en alusión a uno de sus rasgos diferenciadores. Además, otra propiedad de este metal es que no se deteriora, ya que posee una gran resistencia a los procesos de oxidación y a la humedad, y al mismo tiempo resulta muy maleable y dúctil, lo que permite crear numerosas formas y diseños y por ello resulta una materia prima formidable e imprescindible en joyería. Así lo demuestra la historia, que nos ha dejado ornamentos de oro realizados por el hombre que están fechados en el año 4.000 antes de Cristo.
En joyería se requiere que el oro forme aleaciones con otros metales para aumentar su dureza y punto de fusión, además de para crear colores diferentes. Cuando el oro amarillo puro de 24 quilates se mezcla con otros metales no solo se fortalece, además se generan otros colores como blanco y rosa, uno de los más demandados en los últimos años. Para conseguir oro rosa es necesaria la aleación de tres minerales cotizados: 75% de oro puro, 20% de cobre y 5% de plata. La profundidad del tono que se quiera conseguir depende de la proporción de oro amarillo y cobre, aunque la mezcla más habitual se obtiene utilizando un 75% de oro y 25% de cobre. El resultado es un metal gran calidad y de estética cálida, y por eso las joyas en oro rosa se vinculan al amor y la pasión.
El significado tradicional del oro rosa
A pesar de ser tendencia en los últimos años, el oro rosa nació durante el periodo medieval y se usaba para la alquimia. Después, especialmente en el siglo XIX, empezó a dar forma a joyas y hoy causa furor en todo el mundo. Su tonalidad rosada representa el intermedio entre el clásico oro amarillo y el moderno oro blanco y se suele presentar como la opción para quienes buscan calidez. Además, debido a su color romántico, este mineral está vinculado con el amor y también está relacionado con los sentimientos del corazón. Al mismo tiempo, hay quien considera que una joya elaborada en este material es una muestra de buenos propósitos e intenciones para la vida.
Cómo se cuida el oro rosa
Para mantener la belleza y tonalidad de este metal es necesario tomar ciertas precauciones que permitirán alargar la vida de la joya durante más tiempo. Como se trata de una aleación entre oro, plata y cobre, es necesario aplicar los cuidados característicos de cada uno de sus componentes. De todos, el más importante consiste en mantener este metal alejado de la humedad, para que no se oscurezca debido a la oxidación. También es necesario evitar el contacto de la pieza con productos químicos, productos de limpieza o perfumes, ya que pueden hacer que la joya se oxide, pierda su brillo natural y su color característico.
De éxito entre los hombres
El oro rosa gusta, sobre todo por su versatilidad, ya que ofrece un contraste balanceado con otros matices y combina con todas las tonalidades, es decir, sienta bien en contraste con prendas tanto de tonos oscuros como claros favorece a todos los tonos de piel. Y además de gustar a las mujeres, su éxito se disparó desde que entró de lleno en la joyería masculina, especialmente a través de piezas de relojería, pero también en sellos, cadenas y pulseras en oro rosa que aportan elegancia deportiva.
En la colección Three Wishes, de Rabat
El oro rosa es el protagonista de la colección de Rabat Three Wihses, una referencia a tres generaciones una referencia a tres generaciones de la familia Rabat. Las diferentes piezas -una pulsera, un anillo y unos pendientes de aro-, están elaboradas en oro rosa con tres diamantes talla brillante, que representan pasado presente y futuro. Todas ellas reflejan la esencia y la tradición de los artesanos de la marca y la ilusión y la magia como valores de la firma. Además, gracias a la fusión de la calidez del oro rosa y el brillo de los diamantes, los diseños tienen una luminosidad singular y una personalidad única.
Emblemática y atemporal, la colección simboliza la unión de la familia Rabat y es un homenaje a su trayectoria en savoir faire artesanal. Esta apuesta creativa se inspira en la simbología mágica y sagrada del número tres símbolo de la divinidad que, según la cultura medieval cristiana es un número perfecto. La cifra reproduce el movimiento continuo y la perfección de lo acabado y en este caso, los tres diamantes de cada joya representan la armonía y el equilibrio perfecto. Las piezas de Rabat Three Wishes están destinadas a ser aquellas con las que guardar un recuerdo eterno de los seres más queridos y los momentos vividos junto a ellos, además de a convertirse en emblema que compartir de generación en generación.
