Relojes

Reverso: La historia de una obra de arte

Desde su creación, hace 90 años, el Reverso ha conservado su diseño moderno, atreviéndose siempre a ser él mismo a través de nueve décadas de cambios en todos los ámbitos.

Desde su creación, hace 90 años, el Reverso ha conservado su diseño moderno, atreviéndose siempre a ser él mismo a través de nueve décadas de cambios en todos los ámbitos. Durante los últimos 30 años ha alcanzado un potencial que no podía imaginarse en el momento de su creación. Como ejemplo singular de diseño Art Déco, se ha convertido en un icono en el verdadero sentido de la palabra. En 2021, Jaeger-LeCoultre rinde homenaje a un reloj de excepcional longevidad. 

El nacimiento de un icono

La historia de Reverso comenzó con un desafío: crear un reloj de pulsera que pudiera llevarse en el campo de polo sin ser dañado. En 1930, César de Trey, un empresario de éxito, le preguntó  a Jacques-David LeCoultre si podía encontrar una forma de proteger el cristal y la esfera de sus relojes durante los partidos, de Trey imaginó una caja que pudiera girarse. Se puso en contacto con LeCoultre para producirla y un diseñador industrial francés, René-Alfred Chauvot, fue contratado para diseñar la caja.

Un año más tarde, la oficina de patentes de París recibió una solicitud para registrar «un reloj capaz de deslizarse en su soporte y girarse completamente» que se registró final mente en noviembre. Naciendo así el primer Reverso. De Trey y Jacques-David LeCoultre se asociaron y comenzaron inmediatamente la producción. Las primeras piezas fueron puestas a la venta menos de nueve meses después de presentar la solicitud de patente.

El éxito fue inmediato: como expresión por excelencia del estilo Art Déco y encarnación de la modernidad, el Reverso fue adoptado por los creadores de tendencias de todos los ámbitos. Además del acero Staybrite original, las cajas se presentaban también en oro. Para aquellos que buscaban una mayor individualidad, las esferas lacadas de colores brillantes se podían realizar por encargo, y el reverso de la caja se personalizaba mediante grabados y lacados.

Reverso tras la guerra

Tras la Segunda Guerra Mundial, el interés por el Reverso disminuyó y, en 1969, cuando el primer reloj de pulsera de cuarzo anunció la mayor crisis a la que se había enfrentado la industria relojera suiza, el diseño había caído en el olvido. Sin embargo, el distribuidor de Jaeger-LeCoultre en Italia, Giorgio Corvo, compró las últimas 200 cajas de Reverso, las equipó con un movimiento mecánico y vendió todas las piezas en un mes. En 1975, el Reverso renació oficialmente.

Jaeger-LeCoultre decidió producir la caja en la Manufactura y encargó a uno de sus ingenieros la misión de rediseñarla según los estándares técnicos modernos. Sin embargo, dado el estatus de Reverso como un clásico del diseño, cualquier cambio estético debía ser prácticamente imperceptible.

En 1985, se presentó la nueva caja, el primer modelo mecanizado de Jaeger-LeCoultre con la tecnología CNC. Hermético al agua y al polvo, con un mecanismo reversible inédito y un nuevo diseño, constaba de 55 piezas, en lugar de los 23 componentes originales. Desde el punto de vista estético, no parecía presentar ningún cambio.

En 1991, nace una nueva colección «un estilo, un reloj». Tres años más tarde, se creó el Reverso Duoface, una expresión única de la hora dual. El Reverso Duetto le siguió en 1997: una interpretación femenina del concepto de doble esfera.

Una historia de estilo y diseño

El Reverso ha logrado encarnar perfectamente el espíritu de su época: una modernidad deslumbrante, desde la música y el arte hasta la arquitectura, la moda y el deporte, e introdujo un lenguaje estético radicalmente nuevo.

En un mundo donde predominaban las esferas plateadas, el modelo Reverso original presentaba una esfera negra con índices en contraste. La esfera negra se caracterizaba por una increíble legibilidad y se denominó «la esfera del futuro». Creado en una época en la que las esferas de color eran poco frecuentes en la relojería, las esferas personalizadas y lacadas en en diferentes tonos confirieron al Reverso un carácter aún más distintivo.

Sin embargo, nunca se comprometieron los elementos centrales del diseño: los gallones horizontales que acentúan la geometría rectilínea de la caja; las asas triangulares y la caja que encaja a la perfección en su soporte. Las proporciones de la caja rectangular original fueron cruciales para el éxito del diseño. La relación entre su longitud y su anchura se basó en la proporción áurea; la proporción más agradable desde el punto de vista estético.

El valor de este modelo reside en la ingeniosa concepción y la perfecta ejecución. Esto no disminuye la complejidad del mecanismo reversible en sí mismo ni la genialidad de su ingeniería, que se combinan dar lugar al placer de la caja deslizándose en su soporte y el satisfactorio clic cuando se bloquea. Pero eso también es cuestión de que el Reverso cumpla su intención original, con la mayor elegancia posible.

Su espléndida artesanía

El diseño del Reverso tuvo un beneficio inesperado. A pesar de que su parte posterior de metal liso había surgido como una solución puramente funcional, era una superficie ideal para crear un diseño personalizado con monogramas, emblemas o mensajes personales mediante lacado, grabado o esmalte. El propietario podía conservar esta decoración como un tesoro personal oculto o girar la caja para exponer la parte trasera.

Piezas exclusivas como obras de arte

Entre los ejemplos de la década de 1930 de la colección del museo de Jaeger-LeCoultre, se encuentra un Reverso decorado con el emblema del British Racing Drivers Club, una pieza con el escudo de Eton y un Reverso de 1935 que conmemora el vuelo récord de la aviadora Amelia Earhart desde Ciudad de México hasta Nueva York. En la India, el marajá de Karputala encargó 50 relojes Reverso, con un retrato de su esposa pintado en miniatura y reproducido en esmalte en el fondo. Aunque se cree que todas estas piezas se perdieron, Jaeger-LeCoultre conserva un Reverso similar en su colección con un retrato de otra belleza india, maharaní del estado de Tripura.

En 1996, la Maison presentó sus primeros relojes decorados con esmalte Grand Feu de la época. Realizado por Miklos Merczel, el conjunto de cuatro relojes Reverso exhibía una miniatura perfectamente reproducida de una obra del maestro del Art Nouveau, Alphonse Mucha. El esmalte se convirtió en la firma de la colección Reverso. Es por esto que, Jaeger-LeCoultre sigue siendo una de las pocas Manufacturas que cuenta con su propio taller de esmaltado.

Grabadores, engastadores y maestros del guilloché se unieron a los esmaltadores de la Manufactura, todos ellos reunidos finalmente en el Atelier des Métiers Rares®. A medida que se hacía evidente todo el potencial del Reverso como lienzo para la expresión artística, estos artistas crearon decoraciones cada vez más elaboradas y espectaculares. Los modelos de Alta Joyería han sido realzados por diamantes talla baguette en un engaste invisible sobre toda la caja; el brazalete cordonnet se ha reinterpretado completamente con diamantes; y los fondos se han transformado en brillantes extensiones de diamantes engaste en «nieve».

La importancia de la innovación

El lanzamiento del Reverso Soixantième en 1991 coincidió con el renacimiento de la relojería mecánica, y el Reverso aprovechó su potencial para ser mucho más que un reloj. A pesar del desafío planteado por los movimientos rectangulares y su arquitectura totalmente diferente a la de los movimientos redondos.

Desarrollado especialmente para el Reverso Soixantième, el Calibre 824 incorpora una fecha indicada por una aguja central y un indicador de reserva de marcha. En 1993, le siguió el Reverso Tourbillon, el primer reloj de pulsera con tourbillon de la Manufactura. Al año siguiente llegó el Reverso Répétition Minutes, la primera vez que se miniaturizó la repetición de minutos para un reloj de pulsera: el Calibre 943 fue el primer movimiento de repetición de minutos rectangular del mundo. En 1996, La Grande Maison presentó el Reverso Chronographe Rétrograde, con una intrincada indicación en el reverso que resolvía el problema de cómo disponer los contadores del cronógrafo dentro de un marco rectangular. A este le siguieron dos años más tarde el Reverso Géographique y el Reverso Quantième Perpétuel. Naturalmente, estas piezas en oro rosa de edición limitada son muy preciadas por los coleccionistas.

Un nuevo milenio repleto de maravillosas complicaciones

En los años transcurridos desde el inicio del milenio, la innovación ha continuado. Desarrollado para el Reverso Septantième, el Calibre 879 ofrecía una reserva de marcha de 8 días. El Reverso Grande Complication à Triptyque introdujo el Calibre 175: un único movimiento que incorporaba 18 funciones diferentes, como la hora civil, el tiempo sideral y el calendario perpetuo, que se muestran en tres esferas, la tercera de las cuales está integrada en la platina de la caja del reloj.

En 2012, Jaeger-LeCoultre presentó el Reverso Répétition Minutes à Rideau, en el que el mecanismo de sonería se activa con el movimiento de un par de cortinas de estilo teatral mientras revelan y ocultan la esfera.

Desde su génesis, a través de 90 años de evolución e innumerables variaciones, el Reverso se ha reinventado continuamente sin comprometer nunca su identidad. Versátil y atemporal se ha convertido en uno de los relojes de pulsera más reconocibles del mundo.

Pero es más que un simple reloj. El Reverso ha sido reconocido con razón como un icono del diseño del siglo XX, en el auténtico sentido del término.