Relojes

El Primero de Zenith, el calibre más reconocido en relojería

158 años de historia hacen de Zenith unas de las manufacturas con uno de los relatos más interesantes. Explicamos uno de los más reconocidos: El Primero.

Cuando uno mira fijamente al sol corre el peligro de quedar cegado por su resplandor, lo que le va a impedir admirar las nubes, el propio cielo o cualquier otra cosa alrededor. En el caso de Zenith, una estrella casi igual de brillante por méritos propios, ese sol se llama «El Primero«. Con este nombre -así, en castellano- fue bautizado el que posiblemente sea el calibre más reconocido por cualquier aficionado a la relojería. La cuestión es que Zenith es, pero sobre todo fue, mucho más que el primer cronógrafo automático integrado de la historia (con permiso de los japoneses, pero esa es «otra historia»).

Cártel publicitario la manufactura predecesora de Zenith: Billodes
Publicidad de la manufactura Billodes

Billodes: el primer nombre de Zenith

La de Zenith, por su parte, empieza con otro nombre: Billodes. Es el que le dio en 1865 su fundador, Georges-Emile Favre-Jacot, que a la sazón contaba 22 años. Se había casado dos años antes con la joven relojera Louise-Philippine Jacot-Descombe -de quien tomó el segundo apellido-, cuya dote le permitió acometer semejante empresa. El nombre de Billodes respondía al del barrio (en realidad, una zona industrial) homónimo de Le Locle donde se levantó la primera factoría. Que Favre-Jacot fuera joven no quiere decir que no supiera lo que se traía entre manos: como otros pioneros suizos de la época llegó pronto a la conclusión de que el funcionamiento de «etablissages» no tenía futuro frente a la producción en cadena que «América» (o sea los Estados Unidos) y concretamente la Waltham Watch Company estaba aplicando con todo éxito.

Cártel publicitario de la producción en cadena de la American Waltham Watch Co.
Cártel publicitario de la producción en cadena de la American Waltham Watch Co.

¿Qué es el funcionamiento «Etablissage»?

«Etablissage» designa un modo protoindustrial de producción económica que se extendió desde el siglo XVIII en el Jura, particularmente en las montañas de Neuchâtel, referido principalmente a la producción de relojes y casi tan antigua como la propia industria relojera. Consiste en producir un bien (relojes, en este caso) dividiendo el trabajo de fabricación en pequeñas unidades especializadas e independientes, y reuniendo todas las partes en el último momento para la finalización del producto. En lenguaje más llano: durante el crudo invierno y el consiguiente parón en su actividad agrícola, los pastores y agricultores suizos producían en sus propias casas partes muy concretas de un reloj, casi siempre con participación de toda la familia. Esto daba lugar a una red muy densa de proveedores para el «etablisseur», que era quien juntaba todos los componentes en su propio domicilio o factoría y los combinaba en un reloj terminado que vendía a los comerciantes. Dependiendo del nivel de sofisticación, estos «etablisseurs» podían llegar a ser «comptoirs», que además comercializaban directamente sus productos al mercado con su propio nombre. Todo esto terminó precisamente en la época en que Favre-Jacot y otros miran hacia el otro lado del Atlántico y toman buena nota de lo que es la producción vertical, aunque en realidad todo había empezado a tomar cuerpo mucho más cerca: Frederic Japy ya había creado, a principios del siglo XVIII, «colonias» de trabajadores alrededor de sus factorías relojeras para optimizar costes y recursos.

Volviendo a Zenith, cabe decir que este nombre no fue el de la compañía hasta bien entrado el siglo XX. Originalmente llamada «Fabrique des Billodes«, su fundador la renombró a “Georges Favre-Jacot et Cie”, y no es hasta 1911, cuando le sucede su sobrino -y yerno, casado con su hija Fernande-Amélie- James-Albert Favre-Bulle, que este decide bautizarla «Fabrique de montres Zénith SA» a partir de uno de los numerosos nombres que Georges-Emile había registrado («Pilot», por ejemplo) como repositorio para futuros modelos o colecciones. Costumbre esta, la de registrar nombres «preventivamente» o «por si acaso», muy extendida en la industria relojera de la época. Zenith era, precisamente, un modelo de reloj del que la Georges Favre-Jacot et Cie estaba particularmente orgullosa.

Zenith, el nombre de la construcción técnica y el gusto artístico

Folleto sobre el movimiento del reloj Zenith
Folleto sobre el movimiento del reloj Zenith

En 1902, el éxito del calibre Zenith (presentado en 1898, para competir con Omega) hace que sustituya a los demás movimientos producidos por la manufactura. Ésta publica un folleto destinado a sus distribuidores escrito en ruso, francés, alemán, inglés y español, con el fin de explicar qué es el reloj “ZENITH”: «El reloj de la hora exacta por excelencia, a la vanguardia del progreso de la mecánica moderna«. Se destacan «el precio razonable, la precisión y solidez de la construcción, el perfecto ajuste y la elegancia de las formas y la decoración«. El folleto concluye «No hubiéramos bautizado nuestro nuevo reloj con la palabra «ZENITH» (punto álgido) si no estuviéramos seguros de que merece este nombre y que debe ser colocado por todos los entendidos en el ZENITH de la construcción técnica y el gusto artístico«. Ahí es nada.

Folleto sobre el reloj Zenith

Pero antes de eso, hacia 1900, la gama de productos de la compañía ya era impresionante: relojes de bolsillo, de mesa, y, más tarde, cronómetros de marina y péndulos de precisión (también conocidos como neuchâteloises). A partir de 1903, la empresa Favre-Jacot participó regularmente en las competiciones del observatorio de Neuchâtel con sus relojes de bolsillo y sus cronómetros de a bordo, y es precisamente en 1903 cuando consigue un primer premio en este concurso. En 1926 rompe todos los récords del observatorio de Kew al desviarse sólo 7 centésimas de segundo en un periodo de 45 días. Con sus 1.447 primeros premios individuales y 88 primeros premios de serie, Zenith es la marca suiza más reconocida por su precisión en los observatorios de cronometría.

Primer premio de L'Observatoire Cantonal de Neuchatel de 1903
Primer premio de L’Observatoire Cantonal de Neuchatel de 1903

Poco antes de tomar el mando de la empresa, James Favre inició la expansión internacional vendiendo relojes a América del Norte y del Sur, Rusia, India, China y Japón. En 1908 estableció una sucursal en Moscú de la mano de Heinrich Moser (donde también provee de mecanismos al joyero imperial Fabergé), en 1909 en París (para atender no sólo el país vecino sino también a sus entonces numerosas colonias), en 1910 en Viena y en 1914 en Londres. La sucursal de Nueva York no se abriría hasta 1936, pero mucho antes, en 1904, James Favre, lanza la marca en territorio americano a partir de un viaje precisamente a la ciudad de los rascacielos (que ya los había entonces, sí).

Publicidad de la sucursal rusa
Publicidad de la sucursal rusa

El mercado allí es difícil. Por un lado, por las medidas proteccionistas y los consiguientes impuestos a la importación de relojes y, por otro lado, por la feroz competencia que representan marcas como Hamilton, Elgin o Waltham que están en auge. Esto no frena la dinámica expansionista de la manufactura, y los relojes Zenith se distribuyen en el mercado americano a partir de 1905. Los consumidores norteamericanos estaban acostumbrados a las mencionadas Waltham, Hamilton o Elgin, que rodiaban y decoraban sus calibres a diferencia de los fabricantes suizos, que los suministraban en el latón original y sin ningún acabado decorativo. Es por esto que Zenith se esfuerza en igualar tales acabados:

  • Los movimientos serán así «decorados a la americana«, con motivos tan variados como diversos y piezas de calidad superior para “tirar” de las colecciones.
  • Los movimientos de gama más alta, denominados tipo prima, se benefician de un gran barrilete decorado y nada menos que 9 «ajustes».
  • El mismo año se solicitó la patente de una raqueta de disco excéntrico más «llamativa» y muy efectiva. Tanto, que permanecerá en producción durante mucho tiempo e incluso se adoptará para los relojes de pulsera hasta la década de 1960.
Detalle de los ajustes realizados por Zenith para competir en el mercado norteamericano
Detalle de los ajustes realizados por Zenith para competir en el mercado norteamericano

Para 1920 Zenith ya había producido dos millones de relojes y había ampliado su oferta a contadores telefónicos, barómetros, tacómetros para automóviles o instrumentos de precisión para uso militar, y para 1925 ya contaba con 1.000 empleados. En la cuna de la relojería que constituyen Le Locle y la localidad vecina de La Chaux-de-Fonds, se la conocía con el apodo de «la Manufactura de las 2000 manos de oro y plata».

La fábrica de "la Manufactura de las 2000 manos de oro y plata"
La fábrica de «la Manufactura de las 2000 manos de oro y plata»

Visto así, parecería que todo el mérito corresponde a James, que supo además ganarse la confianza de un consejo de administración receloso del carácter impulsivo y «demasiado independiente» del fundador. Pero cabe recordar que Georges Favre-Jacot no sólo funda la empresa -1865- sino que es capaz de entender las nuevas relaciones sociales con el personal que emplea (los sindicatos están empezando a tomar forma) y no dudó en construir viviendas de alquiler para trabajadores en el distrito de Eroges y Moliere. Como Le Locle no podía acomodar a las personalidades que traía para visitar sus talleres y negociar sus contratos, hizo construir un hotel restaurante en la ciudad. También será propietario de la imprenta que fabrica los folletos publicitarios de la marca, y se aseguró una importante reserva de tierra dentro del cantón al comprar, por ejemplo, las fincas Petit y Grand Sommartel y Grandes-Coeuries, que comprendían cientos de hectáreas. Las empresas o proyectos de Favre-Jacot no están siempre directamente relacionadas con la relojería: aserraderos, fraguas en Les Billodes, una fábrica de bloques de cemento, un molino de arena… a veces sobre la base de planos que él mismo dibuja. En 1900, a la edad de 57 años, era el hombre más rico de Le Locle, y desde luego el más eminente.

 Georges Favre-Jacot, fundador de Zenith
Georges Favre-Jacot, fundador de Zenith

Tuvo sus más y sus menos con el consejo de accionistas, y en 1904 se negó a una reducción de producción y de personal (sugerida por mala marcha del mercado ruso), consciente de que los relojeros que despidiera serían inmediatamente contratados por la competencia -especialmente el gigante Tissot- y que no podría recuperarlos más adelante. Superada la crisis rusa al cabo de pocos meses, Georges Favre-Jacot demostró, una vez más, tener razón. En 1911, año de su retiro, se hizo construir una villa junto a la factoría de Zenith para poder seguir cerca de la obra de su vida. Para la planificación y ejecución de la villa contrató al arquitecto Charles-Edouard Jeanneret, que posteriormente alcanzaría fama mundial bajo el nombre de ‘Le Corbusier‘. El 19 de mayo de 1917, Georges Favre-Jacot fallecía en su ciudad natal de Le Locle.

Diseño de "Le Corbusier" para la villa de Georges Favre-Jacot
Diseño de «Le Corbusier» para la villa de Georges Favre-Jacot

La visionaria producción propia de calibres

Zenith era el proveedor oficial de relojes de las principales empresas de ferrocarriles de Europa

El desarrollo del ferrocarril a finales del siglo XIX afloró la necesidad de relojes muy precisos que evitaran las terribles catástrofes que se habían llegado a producir por la falta de coordinación entre trenes. Los Ferrocarriles Federales Suizos, al igual que varias empresas de todo el mundo, se equiparon a partir de 1910 con cronómetros de alta precisión. A diferencia de las empresas americanas que no conservaron las carcasas de plata por motivos de coste, las suizas optan por un modelo oficial en plata maciza. Uno de los primeros proveedores elegidos por la empresa ferroviaria suiza fue Zenith, cuyo reloj funcionaba con un calibre de 19 líneas que también equipaba los relojes de competición de la Manufactura. En ese momento, la fábrica podía producir movimientos de 15 rubíes con un «ajuste de fábrica» que variaba menos de dos minutos por semana. Esto es, con categoría de cronómetro. Zenith llegó a ser proveedor oficial de las compañías de ferrocarriles de Italia, Francia, Turquía, Polonia, e incluso Canadá o Japón.

Nos encontramos en 1915. Se ha consolidado la distribución en Sudamérica y el año anterior se ha establecido ZENITH Watch C°, la sucursal de Londres, lo que intensifica las exportaciones a Gran Bretaña. A pesar de la guerra, la producción de Zenith se mantiene, al tiempo que lanza una caja estanca para reloj de bolsillo. El diseño consiste en una caja monobloque con un bisel roscado que sujeta tanto el cristal como el bloque calibre/esfera. El éxito es inmediato, y se produce en acero, plata y oro. No está claro cuándo, pero parece que es precisamente en esta época cuando Zenith adquiere un paquete significativo de acciones en Le Phare, un fabricante de complicaciones tan antiguo como ella misma, para poder proveerse de este tipo de calibres, principalmente alarmas, sonería y cronógrafos.

Publicidad de los cronógrafos de Zenith
Publicidad de los cronógrafos de Zenith

Así, empiezan a aparecer en el mercado cronógrafos, repetidores de minutos, calendarios completos con fases lunares, etc firmados por Zenith cuyos corazones habían sido creados por su ahora subsidiaria. Esta toma de acciones estratégica le permitió a Zenith ganar un tiempo precioso al no tener que desarrollar todos esos calibres por su cuenta. Cabe mencionar que Charles Barbezat-Baillot, el prolífico fundador de Le Phare en 1888, fundó en 1904 una fábrica de máquinas-herramienta para producir componentes de relojería a la que llamó Dixi… que fue la que acabó salvando a Zenith al comprársela a Zenith Corporation (sí, la americana que decidió hacer solo relojes de cuarzo y ordenó la liquidación de todos los elementos de El Primero) setenta y cuatro años más tarde, en 1978.

Folleto sobre Le Phare
Folleto sobre Le Phare

Precisión y puntualidad al servicio de Ghandi

Por su parte, Zenith patenta en 1918 un «reloj-despertador perfeccionado» que suena con un gong y no con una campana como es el caso de muchos productos de la competencia. Con todo, lo más importante es que el usuario lo podrá configurar de forma sencilla. El reloj se podía colocar verticalmente abriendo la segunda parte posterior desde abajo, lo que garantizaba un sonido más fuerte. Aun siendo bastante caro para la época, obtiene un notable éxito en todo el mundo, especialmente entre los militares, que consiguen así un despertador fiable. Uno de sus usuarios más famosos fue el Mahatma Ghandi, conocido entre otras muchas cosas por no tener posesiones materiales, lo que hace todavía más extraordinaria la anécdota.

Patente principal del "reloj-despertador perfeccionado"
Patente principal del «reloj-despertador perfeccionado»
Publicidad del "reloj-despertador perfeccionado"
Publicidad del «reloj-despertador perfeccionado»

Una versión en plata del Zenith alarm (se hicieron también en acero, oro y plata chapada en oro) le fue regalado a Gandhi por quien más tardes sería Primera Ministra de la India de 1966 a 1977, su amiga Indira Nehru. Ghandi, que apreciaba las virtudes de la puntualidad y la precisión, sobre todo en la oración, hacía uso diario de su reloj Zenith y de su función de alarma. Para su consternación, le fue robado durante un viaje en tren a Kampur. Entristecido por haber perdido uno de los escasos objetos materiales que llevaba consigo a todas partes y que marcaban su vida cotidiana, escribe un par de días después en una de sus notas, fechada el 28 de mayo de 1947: “Puedo añadir que tenía un disco (sic) de radio (…) y también un mecanismo de alarma. Fue un regalo. El costo entonces era más de 40 rupias. Era un reloj Zenith”. Seis meses después, el ladrón, al tanto ya de a quién le había sustraído el reloj, lo fue a encontrar en Nueva Delhi para devolvérselo y pedirle perdón.

Publicidad del reloj-despertador disponible en venta de Calcuta
Publicidad del reloj-despertador disponible en venta de Calcuta

Antes de su muerte, Ghandi le entregó el Zenith a su nieta y asistente Abha Gandhi, y posteriormente pasó a manos de coleccionistas privados. En 2009, Antiquorum ofreció un lote con las pocas posesiones de Ghandi, a saber: sus famosas gafas redondas, un cuenco y un plato, unas sandalias de cuero… y «un reloj despertador» (Important Collectors’ Wristwatches, Pocket Watches & Clocks [05/03/2009] : Lot 364) El lote fue adjudicado al multimillonario indio Vijay Mallya por la suma récord de 1,8 millones de dólares americanos. Hoy día se exhibe en Gandhi Smriti, la casa donde Gandhi vivió los últimos días de su vida, convertida en museo.

Mahatma Ghandi llevando su reloj-despertador Zenith, ahora expuesto en el museo Gandhi Smriti

Relojes de piloto, al servicio del ejército

Desde la Primera Guerra Mundial, muchos ejércitos fueron equipados con relojes suizos. Incluido el ejército estadounidense que, a pesar de la fama de los Railway Watches de su propio país, a menudo prefería los relojes suizos. Para poder acceder al mercado de relojes militares, las marcas suizas tenían que cumplir con especificaciones rigurosas como poder entregar las piezas solicitadas por los distintos ejércitos en plazos a menudo bastante cortos. Como los volúmenes requeridos a menudo no eran compatibles con las capacidades de producción de los fabricantes, los militares distribuían los pedidos entre varias firmas relojeras cuyos relojes se parecían como hermanos gemelos en el aspecto, pero cuyos movimientos marcaban la diferencia. IWC, Omega, Ulysse Nardin, Vacheron Constantin, Longines y desde luego Zenith fueron los principales proveedores de los ejércitos de casi todos los países. En la década de 1930, se solicitó a Zenith que suministrara relojes al ejército polaco. MSWojsk (Ministerstwo Spraw Wojskowych) es el nombre del Ministerio de las Fuerzas Armadas de Polonia desde 1921 hasta 1939, que cae en manos de la URSS. Estos relojes fueron ensamblados en la filial francesa de Zenith, en Besançon, cuya habilidad era tal que prácticamente todos los relojes abandonaban la factoría en parámetros cronográficos o, lo que es lo mismo, con mínimas desviaciones de marcha.

Suministro de relojes Zenith al ejército polaco
Suministro de relojes Zenith al ejército polaco
Relojes Zenith para el ejército polaco
Relojes Zenith para el ejército polaco

En 1939, Zenith recibió un pedido especial de un reloj de tablero destinado a los salpicaderos de los aviones de la Fuerza Aérea francesa. Estos llamados «montres d’aeronef» están sujetos a especificaciones precisas que los ubican en la categoría Tipo 20. Con un diámetro total de 65 mm, están equipados con un segundero a las 6 y una esfera negra mate con números arábigos pintados con un material que incluye radio para optimizar la lectura nocturna. Las grandes agujas también recubiertas de radio refuerzan esta legibilidad instantánea, esencial en vuelo.

Reloj de tablero Zenith destinado a los salpicaderos de los aviones de la Fuerza Aérea francesa
Reloj de tablero Zenith destinado a los salpicaderos de los aviones de la Fuerza Aérea francesa

La historia de los relojes Zenith de piloto había empezado en 1909, cuando el famoso aviador francés Louis Blériot se convirtió en el primer hombre en cruzar el Canal de la Mancha a bordo de una aeronave. En su muñeca había un reloj Zenith marcado como «Especial» en la esfera y caracterizado por una caja cromada con asas fijas, una esfera de esmalte negro con grandes números arábigos (con una tipografía característica), agujas tipo catedral y una gran corona en forma de cebolla. Blériot, en una carta posterior dirigida a Zenith, escribió: “Estoy extremadamente satisfecho con el reloj Zenith, que uso regularmente”.

Carta de Louis Blériot agradeciendo el buen hacer del reloj Zenith
Carta de Louis Blériot agradeciendo el buen hacer del reloj Zenith

A pesar de que el reloj de bolsillo resistiría todavía varias décadas más, ya desde antes de la Primera Guerra Mundial se empezaron a popularizar los relojes de pulsera. Fue, como siempre, un «invento» militar: a los soldados en campaña les resultaba mucho más cómodo y eficaz remangarse la muñeca que buscar el reloj en algún bolsillo ignoto. Y muchas veces les iba la vida en ello. Zenith presentó sus primeros relojes de pulsera «civiles» hacia 1912, un poco a la zaga de marcas como Omega o Rolex, que lo habían hecho varios años antes.

Primeros relojes de pulsera "civiles" de Zenith
Primeros relojes de pulsera «civiles» de Zenith

Durante mucho tiempo, los nuevos relojes de pulsera fueron relojes de bolsillo pequeños con asas soldadas. Incluso conservaban el fondo con una bisagra para cerrarlo. Pasarían años hasta que se empezaran a producir cajas de reloj específicamente para llevar en la muñeca, y hacia 1915 empiezan a aparecer anuncios de «cajas de fantasía» en la prensa especializada. En 1917 Cartier presenta su Tank (después de un «Santos» hecho casi como capricho para el aviador brasileño Santos Dumont, cliente de la casa). En ese mismo año Zenith suministra al Signal Corps del ejército americano relojes conteniendo el calibre A, de 12 líneas (27,5mm), el primero diseñado específicamente para un reloj de pulsera. 1917 es también, y como se ha dicho, el año del fallecimiento de Georges Favre-Jacot, que aún tendría tiempo de ver el primer reloj de pulsera con alarma producido por la empresa que fundó. A partir de 1920 el reloj de pulsera se hace habitual tanto en los anuncios de prensa como en las muñecas de quien pueda pagarlo.

Folleto publicitario con relojes de pulsera de Bulova Watches
Folleto publicitario con relojes de pulsera de Bulova Watches

Orientación cronométrica al servicio de la Marina

En 1920, Zenith empieza a producir cronómetros de Marina. En su origen estaban destinados a la navegación marítima, pero en la época superados gracias las comunicaciones por radio, de manera que la marca los utiliza como activo publicitario en los escaparates de sus distribuidores para recalcar sus capacidades cronométricas. Por poner un ejemplo: en 1926 batió el récord de precisión en el Kew Observatory con una desviación de sólo 7 centésimas de segundo en 45 días. A este respecto, tal vez valga la pena recordar la importancia que tuvieron los cronómetros de Marina en la conquista del mundo y lo que en ella tuvieron que ver los británicos.

Cronómetro Zenith para la Marina

¿Cómo influyó la Marina en el desarrollo de los cronógrafos?

Desde el descubrimiento de América y la consiguiente navegación por alta mar, sin referencias costeras, las naves se enfrentaban a una dificultad insuperable ligada a la orientación. Una vez en el mar, los capitanes de los barcos no pueden determinar su ubicación concreta de manera fiable. La posición del sol durante el día o de la estrella polar durante la noche proporciona una referencia que, con respecto a un ángulo, permite determinar una latitud (Este-Oeste), pero la longitud (Norte-Sur) precisa una referencia en una línea imaginaria que conecta los dos polos. Los estudios al respecto concluyen que con una hora determinada de este meridiano, basta convertir en grados los minutos y las horas que separan la hora de referencia (marcada por un reloj portátil) de la del meridiano. En 1714, después de un terrible naufragio con miles de muertos, el Parlamento Británico promulgó una ley, publicada el 8 de julio, con el título de Ley de Longitud, y ofreció una recompensa de 20.000 libras (casi un millón de euros a precio actual) a quien inventase el método más efectivo para determinar la longitud con una precisión de medio grado (esto es, menos de 3 segundos) en el marco de ‘una prueba de funcionamiento entre Gran Bretaña y la Indias Occidentales». Los astrónomos consideran que es una hazaña imposible de lograr por medios mecánicos.

John Harrison (1693 -1776) no era relojero, sino un carpintero aficionado que había construido su primer reloj -de madera- con 20 años. El que hizo por encargo para Brocklesby Park todavía funciona: Fabricados en madera tropical autolubricante, los engranajes no requieren mantenimiento. Como todavía funciona el H1, el primer cronómetro de Marina que construyó -tardó cinco largos años- gracias a la ayuda económica del reconocido relojero George Graham, que apreció en él un genio sin igual. Harrison llegó a construir hasta cuatro cronómetros más (el quinto, H5, con 76 años) y, superando las inevitables trabas y envidias de alguno de sus competidores con influencia, consiguió finalmente cobrar el premio casi 50 años después del H1.

El mecanismo del cronométro marino H1 de John Harrison
Detalle funcionamiento cronometro de la marina

No es de extrañar, pues, que la presencia de un cronómetro de marina en la colección de cualquier fabricante evoque su nivel técnico. El motivo de estar metido en una caja no es otro que el sistema oscilante de cardán, que permite que el órgano regulador esté siempre en la misma posición independientemente de la posición de la caja (que en un barco navegando puede llegar a tener bastante movimiento). Mantener el órgano regulador en una posición horizontal genera la mejor amplitud posible del volante y, por lo tanto, mejora la precisión del cronometraje.

Calibre 135, el «compañero» de El Primero

Hablando de cronometría, el calibre 135 es probablemente uno de los que generado mayor cantidad de literatura sobre un calibre Zenith distinto de El Primero. Ephrem Jobin, un relojero dotado de un inmenso talento como diseñador de movimientos, fue el inventor, cuando trabajaba en Zenith como relojero/desarrollador (1938-1954) de calibres que se han mantenido como piezas excepcionales en la historia de la Manufactura. En 1947 se le encarga el proyecto de un calibre de cronómetro de 13 líneas (poco más de 29 mm), para poder cumplir con las reglas de las competiciones de cronometría que fijan en 30 mm el diámetro máximo de los movimientos susceptibles de entrar en la categoría de relojes de pulsera, donde las marcas de primera fila ponían en juego su prestigio. Según sus palabras, el objetivo era disponer de un gran volante -un factor de precisión esencial- y un barrilete más grande para aumentar la reserva de marcha y mejorar así el isocronismo. Esto es lo que motivó desplazar la rueda de minutos de su posición en el eje central, para liberar espacio para el volante, que vibraría a una frecuencia de 18.000 alternancias por hora.

Calibre de cronómetro de 13 líneas de Jobin
Calibre de cronómetro de 13 líneas de Jobin

Después de un intenso trabajo por parte de todos los departamentos, el 135 está listo para ser producido en 1948, justo un año después. Presenta un volante excepcionalmente grande (14 mm) y una regulación en cuello de cisne reducida aunque en cierto modo heredera de los mejores calibres Zenith de bolsillo de principios de siglo. Esta regulación se completaba con un ingenioso «caracol» que permitía un ajuste más preciso que todo lo visto hasta entonces. Que fuera concebido directamente como cronómetro lo convertía necesariamente en un calibre caro, por lo que estuvo destinado a equipar los modelos de más alta gama de la colección, y generalmente en series cortas, de no más de 300 relojes (siguen siendo pocos: hablamos de una marca con distribución a nivel mundial). La mayoría, alrededor del 50%, están montados en cajas de oro, alrededor del 45% están instalados en cajas de acero, y menos del 5% se reservaron para cajas chapadas en oro. Muestra de la complejidad de su producción es que sólo se realizaran 11.000 unidades entre 1948 y 1962, año en que cesó su producción, cuando el interés del público estaba virando hacia el remonte automático.

Calibre 135 de Zenith
Calibre 135 de Zenith

A semejanza de la construcción de automóviles, del 135 se hicieron dos versiones, la «de calle», que equiparía modelos de catálogo, y la de competición, conocida como 135-O (por Observatorio) que raramente conocería una caja de reloj al uso. En su lugar, se alojaba en una caja de madera que permitía colocarla en las cinco posiciones exigidas por los distintos concursos (vertical con la corona arriba, a la derecha, a la izquierda, horizontal con la esfera hacia arriba y horizontal con la esfera mirando al suelo). De ahí la expresión que a veces podemos leer en algunos calibres: «Adjusted in 5 positions». Esta auténtica «máquina de carreras» no solo estaba construida con materiales más sofisticados que su versión «normal» sino que estos estaban acabados y afinados a mano. Como ejemplo, el volante bimetálico cortado -conocido como Guillaume- presentaba tornillos de regulación de oro. O la regulación del volante, simplificada para que los cronometradores (los «preparadores» del calibre) pudieran trabajar más cómodamente. Otra cosa que los diferencia es que el 135-O no tenía ningún dispositivo antichoque en el rubí del eje del volante, puesto que nunca iba a sufrir los avatares de un uso diario.

Comparativa de las dos versiones del calibre 135

Este esfuerzo creativo y productivo dio sus frutos: ganó el concurso de cronometría de Neuchatel nada menos que cinco veces seguidas, de 1950 a 1954, un hito jamás alcanzado por ninguna otra marca, ganando tanto en la categoría de «pieza sola» como en la de «serie de cuatro». En total, el 135-O ganó hasta 200 premios de cronometría mientras tales certámenes estuvieron vigentes (terminaron con la llegada del cuarzo) de los cuales no menos de un tercio fueron primeros premios. Como es de suponer, todo esto fue convenientemente transmitido en la publicidad de la marca, que mantenía un nivel de primera fila en el mercado.

Los diferentes premios consecutivos del calibre 135 de Zenith
Los diferentes premios consecutivos del calibre 135 de Zenith
Los diferentes premios consecutivos del calibre 135 de Zenith

La nota exótica: se suele hablar -tópicamente- de los japoneses primero y los chinos más actualmente como los «copiadores» de productos occidentales por excelencia. No por menos conocida es menor la habilidad soviética para copiar descaradamente productos que en su época no era capaz de producir. Desde el bombardero Tupolev Tu-4 a partir del Boeing B-29 Superfortress al scooter Vyatka, un puro clon de la archiconocida Vespa. En el tema relojero hay igualmente abundantes ejemplos, como el calibre cronográfico Valjoux 7731 «reinterpretado» en el 3133 (cuando no se apropiaron de pueblos relojeros enteros, como el caso de Glashütte). El caso del Zenith 135 tiene tintes de espionaje de la Guerra Fría, porque los planos de construcción del calibre aparecieron misteriosamente en la factoría de Vostok, en Chistopol, donde sus ingenieros lo «tunearon» añadiendo 3 rubíes y trasladando la segundera al centro del reloj. Haciendo honor al «función sobre la forma» (y reducción de costes), se eliminó todo tipo de decoración «superflua». Fue la primera vez que los soviéticos conseguían un grado de cronometría en sus relojes.

Como ya he comentado, los 135-O no fueron fabricados (más bien, «creados») para ser comercializados, de manera que era de esperar que algunos todavía permanecieran en la Maison. Fue a partir de esa suposición que, en 2022, los responsables de Phillips Watches, la división relojera de la casa de subastas dirigida por Aurel Bachs y Alex Ghotbi, se interesaran en la posibilidad de localizarlos, restaurarlos y ponerlos a la venta. Para ello, y una vez efectivamente ubicados por parte de Zenith, se contó con la colaboración de uno de los más afamados «indies» del momento: Kari Voutilainen, que se encargó de la puesta a punto, pero sobre todo de la decoración de unos calibres que originalmente no traían ninguna, dado su carácter exclusivo de «máquina de precisión». También la esfera es de su autoría. Para albergar semejantes fenómenos se eligió el platino en forma de elegantes cajas de 38 mm. Con fondo visto, por supuesto. Sólo se hicieron diez. El precio, 132.900 francos suizos.

Versión del calibre 135 de Zenith de Kari Voutilainen
Versión del calibre 135 de Zenith de Kari Voutilainen

La carrera por llegar El Primero

Compax de Zenith

Llegamos a lo que tal vez sea la parte más conocida de la historia de Zenith, el primer cronógrafo automático integrado, los avatares en los que se vio envuelto… y cómo se desenvolvió (parafraseando a Les Luthiers). En 1962 la carga automática está tomando mucha fuerza como argumento comercial (hasta el punto que es el motivo de la descontinuación del fabuloso 135, como ya se ha dicho). La idea de un cronógrafo de carga automática llega de la mano del auge de los eventos deportivos y la ¿necesidad? de cronometrarlos. Se pretende tenerlo listo para 1965, año del centenario de la marca. Tres años parecen un lapso prudente para concebir, desarrollar y finalmente producir algo que nadie hasta el momento había siquiera intentado. Este proyecto es, en cierto modo, consecuencia de la compra en 1960 de Martel, un proveedor de calibres cronográficos que también había venido trabajando para la Universal Genéve.

Cártel publicitario de Martel, proveedor de calibre cronográficos
Cártel publicitario de Martel, proveedor de calibre cronográficos

El calibre 3019 PHC se revela un proyecto desafiante. Es mucho más difícil integrar un sistema de cuerda automática que agregar un módulo a una base de carga manual. Además, hay que resolver los fallos de carga que en algunos relojes provoca la parada intempestiva por falta de energía. Llega 1965 y Zenith decide celebrarlo con otro reloj mientras se da tiempo para resolver todos esos problemas. Uno de ellos será cómo lubricar un mecanismo que iba a vibrar a altísima frecuencia (36.000 alternancias por hora, 5 Herzios). La decisión de incrementar la frecuencia proviene precisamente del departamento de cronometría: a mayor frecuencia, mayor precisión alcanzable. Pero los aceites disponibles (incluso las «fórmulas secretas» de los cronometradores-preparadores) se manifiestan insuficientes, y se opta por incorporar un nuevo órgano regulador -el Clinergic 21 desarrollado por les Fabriques d’ Assortiments Réunies- que estará lubricado con bisulfuro de molibdeno, y que en lugar de aplicarse de forma tradicional será literalmente vaporizado sobre él.

Esquema del calibre 3019.C de Zenith
Esquema del calibre 3019.C de Zenith
Esquema del órgano regulador
Pletina base

En paralelo, y también en secreto, otros tres fabricantes suizos (Heuer, Breitling y Hamilton-Buren) colaboran con Dubois-Depraz, especialista en módulos, para lanzar su propio cronógrafo automático, el Chrono-Matic (nombre en clave: Proyecto 99). La gran diferencia con Zenith es que estos se «conformaron» con adaptar un módulo cronográfico a una base dotada de micro-rotor, mientras que Zenith trabajaba desde cero en un calibre integrado. La otra diferencia, no menor, era la frecuencia de sus volantes: los primeros Chrono-Matic batían a unas exiguas 19.800 a/h (Calibre 11) que por falta de precisión rápidamente aumentaron a 21.600 (Calibre 12). Las 36.000 a/h del que sería bautizado El Primero le permitía contar hasta la décima de segundo.

Portada de la revista suiza de relojería y joyería sobre la carrera para fabricar el primer cronógrafo automático

A todo esto, y mientras en el Lejano Oriente se gestaba en forma de cuarzo la tormenta perfecta para la relojería suiza, Seiko lanzaba su propio cronógrafo automático equipado con el calibre 6139, también integrado, con rotor completo y rueda de pilares. Técnicamente hablando, «casi» parecido al Zenith (integrado, rotor completo, rueda de pilares…), pero se quedaba igualmente en 21.600 a/h.

Detalle del calibre 6139 de Seiko
Detalle del calibre 6139 de Seiko
Relojes Seiko con calibre 6139
Relojes Seiko con calibre 6139

Finales de 1968. Los dos competidores suizos, que oficialmente no saben qué se trae entre manos el otro, trabajan febrilmente para poder anunciar su primicia. Como viene siendo ley en la industria relojera, la comunicación es esencial incluso por encima de la realidad: el 10 de enero de 1969 Zenith anuncia urbi et orbe el primer calibre automático del mundo. El calibre 3019. El Primero. No estoy seguro, y no hay datos que lo avalen, pero puede que la elección del castellano para nombrar una bomba como esta viniera influida por la decisión de Heuer al bautizar sus «Carreras», tres años antes. El Zenith El Primero se presenta oficialmente en la feria de Basilea, en primavera, pero las primeras unidades no empiezan a llegar a los distribuidores hasta el mes de noviembre. El consorcio del Chrono-Matic tenía los relojes disponibles en la misma feria, pero el golpe de efecto ya estaba dado.

Publicidad sobre El Primero, el primero cronógrafo automático
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Como si de cuentos infantiles se tratara, en toda historia relojera que se precie aparece el lobo. El éxito competitivo -y técnico- de El Primero no evita que Zenith empiece a notar las primeras dentelladas de lo que comúnmente se conocerá como crisis del cuarzo (y puede que el esfuerzo económico para desarrollar El Primero estuviera pasando su propia factura). La imparable caída de ventas provocada por esta verdadera marea negra procedente de Oriente (cuarzo significa más precisión a un precio mucho más barato) lleva a movimientos estratégicos para tratar de salvarse, mientras los bancos empiezan a preocuparse muy seriamente porque ven que los enormes créditos que han concedido no podrán ser devueltos. En 1967 -sí, antes del lanzamiento de El Primero- se crea una sociedad de cartera que engloba a Zenith, Movado y Mondia. Esta acción propiciada por la propia Zenith, tenía un doble objetivo: vender en los Estados Unidos (donde no podía usar su propio nombre debido al litigio abierto con Zenith Radio Corporation), bajo el nombre de Movado, y acceder a la tecnología electrónica que en Zenith están convencido de que Movado tiene. La realidad es distinta: Movado sólo aporta el nombre y la red de distribución, y sus cuentas no son lo que parecían. De esta época son los Movado Datron comercializados en los Estados Unidos.

Publicidad de El Primero de Zenith
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Con todo, y al borde del abismo, se intentan en vano negociaciones con la SSIH, y en septiembre de 1970 los responsables del holding MZM (Movado-Zenith-Mondia) contactan precisamente con la Zenith Radio Corporation que, bendecida por los bancos suizos, accede a comprar la mayoría de acciones del grupo no sin antes someterlo a una serie de auto-absorciones y fusiones que la dejan en una sola empresa, renombrada Zenith Time, que por la parte de Zenith engloba desde centros de producción en Francia a «Port Royal», la tienda-insignia de Ginebra. Zenith Radio Corporation, digámoslo claramente, no tenía ni idea de relojes. En 1975, en una apuesta a todo o nada por la relojería electrónica, da orden a Suiza de deshacerse (esto es, vender al peso) de todo el utillaje para construir calibres mecánicos. Incluyendo, por supuesto, todo lo relacionado con El Primero, que apenas tenía cinco años de vida. El lanzamiento del Zenith Futura (ana-digi de cuarzo y LED) no tiene el éxito esperado.

Publicidad de relojería electrónica de Zenith
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Aquí empieza lo que uno estaría tentado de llamar «leyenda», pero que es pura historia: después del silencio como respuesta a su carta tratando de convencer a los americanos, uno de los ingenieros que había participado en el desarrollo del Primero toma la determinación de esconder todo ese material en uno de los numerosos rincones que existen en la fábrica de Le Locle. Tampoco le cuenta a nadie lo que está haciendo tan sigilosamente, hasta el punto que, años más tarde, su esposa comentará que llegó a sospechar que Charles Vermot, ese es su nombre, tenía una amante. Vermot, por cierto, procedía de Martel, el fabricante de cronógrafos absorbido por Zenith en 1960. Los americanos, en otro torpe movimiento (1978), se deshacen de su hasta ahora filial suiza, justo cuando la relojería mecánica empieza a mostrar síntomas de recuperación. Y por un precio sensiblemente inferior al pagado siete años antes, además. El comprador, un viejo conocido: Dixi, fabricante de herramientas nacido de Le Phare, el antiguo proveedor de complicaciones para Zenith a principios de siglo. Dixi comprará, además, otros nombres agonizantes como Moser&Cie o Zodiac.

Charles Vermon, el héroe salvador de El Primero

Vuelve El Primero

La resurrección de El Primero empieza a materializarse cuando en 1981 Ebel, conociendo su existencia gracias a un emprendedor llamado Oscar Waldan (busquen ese nombre, da para otro largo artículo), solicita a Zenith varios calibres para montar en sus nuevos cronógrafos. Para sorpresa de la dirección, Vermot revela que no sólo guardó el utillaje y la literatura (planos y procesos) sino que existe un stock de componentes del 3019PHC que pueden ser montados. Esto sirvió para atraer el interés de Rolex, que al año siguiente fue contactado para ofrecerle un calibre automático para su Daytona, que hasta ese momento venía montando máquinas Valjoux 72 de carga manual. Zenith consigue un contrato de suministro por diez años, lo que le permite afrontar la recuperación con ciertas garantías, pero El Primero que animará los Daytonas tendrá sus propias particularidades (ya saben, Rolex es Rolex):

  • en lugar del volante de tres radios con espiral plana, se adopta el volante Microstella con cuatro tuercas de ajuste en su borde y una espiral Breguet.
  • La frecuencia se reduce de 36.000 a 28.800 alternancias, posibilitando la lubricación tradicional y simplificando así el mantenimiento.
  • También se cambian el rotor de carga y los pernos de su rodaje.
  • La parte cronográfica se mantiene prácticamente sin variaciones, mientras que suprime el mecanismo de fecha.

En 1988 es presentado el 16520, y Rolex se proveerá de calibres Zenith hasta 2000 (Ebel hasta 1995).

Calibre 16520 de Rolex
El reloj BTR Ebel 1911 de James Cro­ckett (Don John­son) en «Corrupción en Miami»

En 1983 Dixi vende Movado a North American Watch Corporation (Modia había sido liquidada) y en 1999 vende Zenith al grupo de lujo LVMH, que llegaría a tener en su portfolio a la misma Ebel y a Favre-Leuba. Antes de eso, en 1994, Zenith ha desarrollado una nueva familia de calibres automáticos. La Serie 6, que acabará equipando la colección Elite, se basa en las soluciones técnicas de El Primero aunque no contendrá cronógrafos. De esta época pre-LVMH son también los afamados -y hoy buscados- Primeros Rainbow, especialmente el Flyback.

Publicidad del reloj Rainbow Fly-Back de Zenith
Publicidad del reloj Rainbow Fly-Back de Zenith

A partir de 2001 y hasta 2009, Zenith es dirigido por una de las personalidades más extravagantes que haya conocido, si no la relojería, al menos al propia manufactura: Thierry Nataf, procedente de Veuve Cliquot, supongo que siguiendo las directrices del grupo de lujo, se lanza a un derroche de fantasía con los nuevos Defy, el «tuneo» de los venerables Chronomaster (abriéndoles un agujero en la esfera para dejar el volante a la vista)… y duplicando los precios de tarifa en pocos años. Se podría decir que en esto fue un pionero. Philippe Dufour, su sucesor desde 2009 y hasta 2014, cuando es fichado por Rolex, recupera un clasicismo que, afortunadamente, todavía perdura.

Publicidad Zenith Defy Classic Open El Primero
Publicidad Zenith Defy Classic Open El Primero
Publicidad Zenith Grande Chronomaster Open El Primero

La llegada de Jean-Claude Biver al grupo de lujo en 2014 era el impulso que le faltaba a Zenith para recuperar el lugar que le corresponde en el mundo de la relojería. En 2017, y después de tres años de resultados mediocres, tomó las riendas personalmente. Hasta esa fecha, la producción de Zenith estaba alrededor de 20.000 relojes al año, la mayoría cronógrafos con El Primero. «Mi estilo de gestión y mi gente ya han demostrado cuatro veces que somos capaces de restaurar marcas totalmente diferentes» (se refería a Omega, Hublot, TAG-Heuer y Blancpain). «Además, la mayoría de nosotros hemos tenido la experiencia de Blancpain, que no es muy diferente de Zenith«, dijo en ese momento. Su intervención, previa a pasar el testigo al actual CEO Julien Tornare, supuso una revolución (como casi siempre que este hombre entra en acción). Bajo su batuta aparece el nuevo Defy 21, con dos osciladores, uno para la hora y el otro para la función de cronógrafo. El Primero (que lo es) vibrando a 5 Herzios. El otro, a 15, el triple.

Reloj Zenith Defy Extreme

Después de esto se han sucedido ediciones (limitadas y no) de El Primero, Chronomaster. Los denominados Original, los Sport, y la serie Revival con los A384 o los Open, reminiscencia de los «años locos» de Nataf puestos al día con bastante gusto. Según su actual CEO, Julien Tornare, a Zenith todavía le queda mucho recorrido y patrimonio por mostrar. A ver con qué nos sorprenden. Y una apreciación personal: tal vez sea porque la competencia se está volviendo loca con los precios, pero los de Zenith parecerían hasta razonables…