Hay básicos que nos salvan la vida a diario, pero ninguno tan recurrente y versátil como la camiseta. Es la pieza que puede con todo: desde un look informal formado por jeans hasta uno de oficina que combina con trajes de sastrería. No siempre fue así. Las camisetas han tardado siglos en entrar en contextos formales y en armarios femeninos.
Tiene su origen en la Edad Media, cuando los hombres de la clase alta llevaban una pieza blanca interior en forma T —de ahí que en inglés reciba el nombre de t-shirt— para mantener la higiene entre la piel y la ropa. Hasta que en el siglo XIX, los marineros británicos la incorporaron a su vestimenta, en franela y por debajo de las prendas de punto para resguardarse del frío. En la primera mitad del siglo XX formó parte también del uniforme de la marina de los Estados Unidos, que introdujo por primera vez el algodón: más cómodo y de secado rápido.
En los años 50 salieron del ámbito bélico gracias a icónicos vestuarios del cine: el de Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) o Salvaje (László Benedek, 1953), y el de James Dean en Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955) contribuyeron no solo a la normalización de su uso sino que la elevaron a la categoría de prenda más sexy del armario masculino.


En los 60 (¡al fin!) pasó a formar parte del vestuario de las mujeres: la camiseta de punto con el logo del New York Herald Tribune que lleva Jean Seberg en Al final de la escapada (Jean-Luc Godard, 1960) sigue siendo un referente de estilo. Y en los 70 comenzó a adquirir todo tipo de estampaciones —sirvió de lienzo, por ejemplo, para la técnica tie-dye— o mensajes como una forma de expresión y libertad. En la colección primavera-verano 2017, Maria Grazia Chiuri aprovechó el poder de manifestación de esta prenda para proponer camisetas con la famosa frase de Chimamanda: We Should All Be Feminists.
Menos es más
El denominado lujo silencioso (o quite luxury) encuentra en la camiseta su básico preferido. Eso sí, siempre que sea de calidad premium. Las piezas en tonos neutros, líneas depuradas y, lo más importante, libres de logos y estampados, combinan con una estética que llega del minimalismo de los 90.

Para conseguir este efecto, mezcla camisetas de algodón en blanco, negro, gris o beige con sastrería, faldas o vestidos satinados, jeans y chaquetas de piel. Y, por supuesto, con joyas de altura en materiales y ejecución, pero discretas en diseño.
Como una groupie
Hace más de medio siglo que el diseñador Milton Glaser creó el icónico logo ‘I love NY’ y con él la denominada camiseta souvenir. Con motivos de ciudades, playas o parques naturales, estas piezas además del recuerdo de un viaje inolvidable se han convertido en una pieza de coleccionista.

Lo mismo ocurre con las camisetas que muestran nuestros gustos musicales: logos de bandas del rock o imágenes de cantantes de pop denotan estilo, sobre todo, si se combinan con la estética que exponen: cazadoras biker, jeans y botines de piel hacen match con Guns N’ Roses o The Rolling Stones.
Camisetas + sastrería
Aunque esta combinación también llega de los 90, no tiene por qué ceñirse estrictamente a la estética minimalista. De hecho, los estampados o colores son bienvenidos, incluso con tejidos de cuadros y rayas como dictan las tendencias Y2K. La sastrería se relaja de su faceta más formal, aquella que combina con camisas de seda o algodón, para ofrecernos la gran ventaja de mezclarse con camisetas lisas o estampadas: todo vale cuando hablamos de expresar nuestra personalidad a través de la ropa. Y, de paso, vestir un poco más cómodas.
Espíritu marinero
A la categoría de camiseta básica (sin ornamentos y en tonalidades neutras) tenemos que añadir la de rayas marineras: el único estampado que permite este rango. Y es que el estilo navy es un fondo de armario que combina con todo, incluso con otros prints en clave maximalista.
Le debemos la camiseta de rayas, como otras tantas cosas, a Coco Chanel, que se empeñó en insertar prendas masculinas (las llevaban los marineros de Normandía) en el armario de la mujer. Ella las combinó con pantalones sastre de pata ancha, como mandaba el cánon de estilo de principios del siglo XX. Jean Paul Gaultier aportó en los 80 el toque punk que esta prenda necesitaba para introducirse en todos los estilos y personalidades. Eterna e imprescindible, hoy llega para completar refrescantes looks de playa u opciones urbanitas que viajan de Nueva York a París o Tokio porque la camiseta de rayas es una de las prendas más internacionales de la historia de la moda.