Después de que la moda se haya rendido a la tendencia minimalista durante varias temporadas, el maximalismo comienza a reivindicar su lugar protagonista para volver a llenar nuestros armarios y joyeros de un optimismo que llega cuando más lo necesitamos. Las joyas con color, en tonos atrevidos y mezclas audaces, se unen a los diseños ‘XXL’ para animar los looks neutros del “menos es más” o para combinar con el caos perfecto de los estampados sin mesura, las siluetas arquitectónicas y las mezclas que en otro momento parecieron imposibles pero que hoy amamos.
Un viaje a la naturaleza
En un mundo cada vez más industrializado, la sociedad victoriana necesitó volver a conectar con la naturaleza. Este deseo por tener un contacto con las plantas, los animales y el aire puro no solo se hizo realidad gracias a las escapadas al campo sino también a través de la moda: René Lalique, por ejemplo, fusionó en la joyería el estilo del Art Nouveau con la belleza de las plantas y los animales. Su pieza más emblemática fue la libélula con rostro de mujer, que presentó en la Exposición Universal de París en 1900.
Y así, la fascinación por la joyería encontró en las reproducciones de insectos la excusa perfecta para recuperar una tendencia que tuvo su origen en el Antiguo Egipto: los escarabajos eran amuletos que servían para proteger y atraer la buena fortuna. La misma inspiración que ahora está presente en RABAT Salvaje, una colección en la que los diamantes blancos y negros, y el oro y blanco se convierten en moscas, pulpos o arañas para elevar al máximo la sofisticación de un look de noche.


Brillar en los 70 más cool
Pero la apuesta de RABAT por las joyas maxi va mucho más allá de las representaciones inspiradas en el mundo animal. La firma emprende un viaje en el tiempo hacia la década de los 70, el momento en el que la moda vivió un punto de inflexión que cambió no solo el armario femenino sino también la joyería. Entonces Yves Saint Laurent había convertido al esmoquin en un traje para mujeres, y Roy Halston había cambiado las formas rígidas de los vestidos por fluidos caftanes que no tenían en cuenta la silueta sino el movimiento. Estos diseños llegaron justo a tiempo para bailar la música disco que empezaba a sonar en las pistas de las discotecas.
Especialmente en Studio 54, un templo de la música pero también de la moda en el que iconos como Bianca Jaeger lucieron pendientes y anillos ‘XXL’, y collares largos compuestos por gemas de colores y maxi brazaletes elásticos, como los de la colección RABAT 70’s. Una apuesta cargada de piezas que beben del estilo más sofisticado de aquellos años: coral, malaquitas, lapislázuli, turquesas, topacios y diamantes se unen para ofrecer una explosión de colorido que es una inyección de vitalidad para cualquiera de nuestros looks.


El (perfecto) exceso de los 80
Las joyas que en los 70 comenzaron a elevar al máximo sus dimensiones se convirtieron una década después en el complemento ideal para conseguir la tendencia excesiva que marcó la moda del momento. En esa ocasión, a las piezas con representaciones de la naturaleza se sumó el diseño por excelencia de los 80: las series de eslabones. En múltiples versiones, pero sobre todo en oro, las cadenas en tamaño maxi dieron lugar a los collares y las pulseras más deseados de la década. Tanto que incluso se adaptaron a pendientes y anillos.

Así las maxi joyas de los 80 dejaron de acompañar a vestidos fluidos e hicieron match con chaquetas de hombreras armadas y vestidos de manga abullonadas, que entonces pedían una mayor sofisticación: estas cadenas se reinventaron con las piedras más exclusivas. El mismo espíritu que ha llevado a RABAT Black & White a convertir las piezas de super eslabones en joyas únicas con la mezcla de diamantes negros y blancos: una combinación infalible pero también insólita y extraordinaria.

Porque para RABAT, las tendencias no son modas sino momentos que merecen convertirse en eternos gracias al buen hacer de su artesanía y la alta calidad de sus piedras.