Manufacturas relojeras, una «trinidad» de cuatro. O de cinco. Segunda parte.

15 Dic 2025

Cuando se habla de las grandes manufacturas suizas se suele decir que forman la «trinidad»: Audemars Piguet Patek Philippe y Vacheron Constantin, algo a mi entender totalmente injusto porque, sin desmerecer a ninguna de ellas, hay razones sobradas para incluir a Breguet en ese Olimpo por muy franceses que fueran sus orígenes. E incluso una quinta que debería estar ahí por méritos propios, y no es otra que LeCoultre, más tarde conocida como Jaeger LeCoultre o sencillamente JLC. Es más, la propia historia de al menos tres de las «maisons» se cruza en algún momento con la del maestro creador de calibres LeCoultre. Vamos a hacer un somero repaso de quiénes son y qué han aportado a la industria, aunque tal vez deberíamos decir «arte relojero». Nota previa para quien pueda echar en falta datos: esto no es un tratado de historia sino una recolección de puntos clave.

Patek Philippe

La asociación original

Patek Philippe fue fundado en 1839, en Ginebra, originalmente por dos exiliados polacos, Antoni de Patek y Franciszek Czapek. Es decir, que originalmente era Patek Czapek & Cie. Czapek era relojero, mientras que Patek era el hombre de negocios que se ocupaba de vender sus relojes entre la nutrida -y rica- comunidad polaca exiliada. Esta asociación duró solo seis años, de tal manera que ambos siguieron sus propios caminos y Patek, que había rebautizado la empresa como Patek & Cie, se asoció en 1945 con el relojero francés Adrien Philippe. El cambio de nombre a Patek, Philippe & Cie – Fabricants à Genève no llegaría hasta 1851, el mismo año en que se celebró la Exposición Universal de Londres, donde la Reina Victoria adquirió un reloj sin llave de la marca. Se ha reivindicado a Adrien Philippe como inventor del sistema de carga-puesta en hora sin llave (por la que ganó una medalla de bronce en la Exposición Industrial de París en 1844) aunque es sabido que la idea ya había sido planteada por Breguet, primero, y LeCoultre más tarde, pero nunca patentada (ver más arriba). Philippe sí patentó su invento.

La patente de Adrien Philippe

En todo caso, y a pesar del orden de los apellidos, es Phillipe el genio que pone a la marca en el olimpo relojero: desarrolló algunos de los mejores movimientos de la compañía e inventó el muelle deslizante, un volante de compensación, diversos conjuntos de índices y tijas articuladas de cuerda más fáciles de ensamblar. Además de sus innovaciones mecánicas, publicó varios estudios sobre temas de interés para los relojeros, incluyendo, en 1863, el libro «Les Montres sans clef». Con todo, no fue él quien realizó uno de los relojes más complicados conocidos, el llamado Henry Graves, que el financiero del mismo nombre encargó a Patek Philippe para sobrepasar a James Ward Packard, un famoso fabricante de automóviles y ávido coleccionista de la marca (y de Vacheron Constantin). El relojero-artista detrás del Graves se llamaba Victorin Piguet, fundador de Piguet Victorin & Co y establecido en Le Sentier (dónde si no) para proveer de calibres con complicaciones a quienes pudieran pagarlos. Fue él quien recibió el encargo de realizar un reloj que le llevó cinco años completar y que, al igual que el María Antonieta de Breguet «debía contener todas las complicaciones conocidas y estar hecho con los materiales más preciosos». Una vez finalizado, retuvo el título de reloj más complicado del mundo durante más de cincuenta años. Subastado en 2014, alcanzó un precio de 23 millones de francos suizos.

Henry Graves Jr. y su reloj

En 1901 el yerno y el hijo de Philippe (el hijo de Patek no quiso suceder a su padre) habían convertido la empresa en una sociedad por acciones, la «Ancienne Manufacture d’horlogerie Patek, Philippe & Cie, Société Anonyme», aunque todos los accionistas eran parte de la familia. La Gran Depresión de 1929 y la consiguiente caída de ventas en un mercado crucial como eran los Estados Unidos abocó la empresa al cierre, y se llegó a valorar la venta a… ¡Jaeger LeCoultre!, iniciativa que no prosperó cuando la «Fabrique de Cadrans Sterns Frères», a la sazón proveedor de esferas de Patek Philippe, hizo una oferta por la totalidad de las acciones. Los Stern consiguieron enderezar el rumbo de la empresa a base de muchísimo trabajo y una idea-guía clara: hacer simplemente los mejores relojes. Es en esta época cuando empiezan a proveerse de ebauches externos. No solo de Jaeger LeCoultre, sino también de Valjoux y de Lemania para los cronógrafos. Una vez más, no es un desdoro, sino la consecuencia de la tradición del «etablissage», tan arraigada en la cultura relojera suiza. Esos ebauches serán terminados en los talleres de Patek Philippe, dando lugar a piezas tan extraordinarias como el cronógrafo con calendario perpetuo y fases de luna referencia 1518, producido entre 1940 y los primeros años de la década de 1950. No obstante, el primer calendario perpetuo de pulsera documentado se remonta a 1925, producido, una vez más, por Victorin Piguet. Nota: nada que ver con la empresa Audemars Piguet.

El 1518, tal vez uno de los relojes más bellos del mundo

Además del calendario perpetuo, Patek fue la primera «maison» que introdujo un tourbillon en un reloj de pulsera a finales de los años 80 del siglo pasado. En 1989, para conmemorar el 150º aniversario de su fundación, presentó el Calibre 89. Un reloj conmemorativo declarado por la firma como «el reloj más complicado del mundo» en el momento de su creación y que suma 33 complicaciones, incluidos un termómetro y una carta estelar, superando así al Henry Graves de 1933. Pesa 1,1 kg, muestra 24 agujas y está compuesto por 1.728 piezas en total. En 1996 patentó un mecanismo de calendario anual. A principios de la decáda de 2000 presentó sucesivamente Spiromax (espiral) Gyromax (volante) y Pulsomax (rueda de escape), los tres basados en el silicio, un material amagnético y con propiedades anti-fricción que mejora notablemente la precisión de marcha. En 2011 presentó el conjunto Oscillomax, una combinación de los tres anteriores. Lógicamente, todos los nuevos modelos de Patek Philippe incluyen estos avances. Incluso el Cubitus.

Conjunto Oscillomax

Vacheron Constantin

Documento antiguo mencionando a Vacheron

Last, but not least (cosas del abecedario), llegamos a Vacheron Constantin, la más antigua manufactura de todas las que componen esta “trinidad de cinco”, pues fue fundada por un joven Jean-Marc Vacheron (contaba 24 años de edad) en 1755 en la ciudad de Ginebra, y ha estado funcionando sin interrupciones desde entonces. Poco se sabe de su vida aparte de que fuera amigo de los filósofos Rousseau y Voltaire. Hizo unos pocos relojes, ya que su actividad principal fue suministrar piezas manufacturadas para otros, y fue su hijo Abraham quien, 30 años más tarde, quien se puso al frente de la empresa y dio inicio a la leyenda, entregando los primeros relojes a clientes acaudalados de la sociedad francesa. Estamos en 1785 y Vacheron ha inventado los discos subsidiarios deslizantes pudiendo, por ejemplo, mostrar las fases de luna en una esfera.

Uno de los primeros relojes de Vacheron

La Revolución Francesa elimina de un plumazo la lista de clientes de la empresa, y más tarde las ansias expansionistas de Napoleón (que usaba relojes Breguet, bien sur) trae la anexión de Ginebra a Francia desde 1798 a 1813. Es en esa dura época que Jacques-Barthélemy, la tercera generación Vacheron, toma el mando de la empresa (1810) y, una vez pasadas las turbulencias sociales (y una vez des-anexionados), empieza a exportar de forma sostenida a la vecina Francia, Alemania e Italia, que compran sus sofisticados relojes de bolsillo ultraplanos (para la época) o con repetición de minutos, en suntuosas cajas de oro. Esta actividad comercial lo supera de tal forma que en 1819 se asocia con François Constantin, un astuto hombre de negocios que durante treinta años llevará la marca, ahora ya rebautizada como Vacheron & Constantin, por todo el planeta, especialmente al rico mercado norteamericano. El lema de la empresa, «Faire mieux si posible, ce qui est toujours posible” (Hacerlo mejor si es posible, y eso siempre es posible), apareció por primera vez en una carta de Constantin a Jacques-Barthélémy fechada el 5 de julio de 1819 y todavía es vigente.

El lema de Vacheron Constantin, desde 1819

Tenemos al relojero y al comerciante y nos faltaba un inventor (como lo fue LeCoultre y en cierto modo el propio Breguet). En 1833 es contratado Georges-Auguste Leschot, inicialmente para supervisar las operaciones de fabricación, aunque su impacto en la empresa -y en la relojería en general- fue mucho más allá. Habiendo perfeccionado el escape de áncora en 1830, su pantógrafo, creado en 1839, permitió la producción de piezas rigurosamente idénticas en grandes cantidades, llevando la relojería suiza a la cima de la era industrial y recuperando así el paso frente a los métodos industriales norteamericanos ya descritos. Leschot es conocido, además, por haber patentado un sistema de perforación de túneles, pero esa es otra historia.

Leschot y su pantógrafo

En 1862, un año antes del fallecimiento de Jacques-Barthélémy Vacheron (Constain había muerto en 1854) la empresa entró a formar parte de la Asociación para la Investigación de Materiales No Magnéticos, el resultado de lo cual fue la presentación del primer reloj amagnético en 1885, que incluía un volante, espiral y áncora hechos de paladio y bronce y una rueda de escape de oro.

En 1880 registra la cruz de Malta como emblema, y lo hace unos años antes de que Patek Philippe registre la cruz de Calatrava para sí (1887). A estas alturas es imposible demostrar si Patek lo hizo como consecuencia de la acción de Vacheron Constantin. Lo que sí está documentado es que ésta lo hizo a partir de una pieza del barrilete de sus relojes que se parecía dicha cruz. Precisamente en 1887, la empresa se convierte en una sociedad por acciones, en lo que también se adelanta a Patek, que no lo haría hasta 1901.

La cruz de Malta a partir de una fornitura

1887 es también el año en que el zar Alejandro III regaló su tercer huevo de Pascua Fabergé a su esposa, Maria Fiodórovna. Los huevos de Fabergé se caracterizan principalmente por dos cosas: estaban hechos con los materiales más suntuosos y contenían una sorpresa al abrirlos. Y en este caso la sorpresa no era otra que un reloj producido por Vacheron Constantin. Sería el primero de los cuatro Huevos Imperiales que tendrían un reloj como motivo o sorpresa, pero los siguientes ya no contenían un reloj sino que ellos mismos lo eran. Pronto hablaremos de ellos.

El tercer Huevo Imperialcon un reloj Vacheron Constantin en su interior

En 1889 Vacheron Constantin presentó el primer reloj de pulsera para dama o, mejor dicho, un “reloj-pulsera” producido en serie. En 1911, mientras seguía centrada en los relojes de bolsillo, presenta su primer reloj de pulsera destinado a la clientela masculina. La caja en forma de tonel marcaría la tendencia para los años siguientes. De esta época es también el “driver” con forma de cojín y girado 90º con la corona en una de las aristas que sería reeditado ya bien entrado el siglo XXI. Los “locos años 20” verán el despegue de Vacheron Constantin, con encargos de casi todas las testas coronadas de Europa para sus complicaciones: repetición de minutos, calendario perpetuo, cronógrafo, ratrapante… todo era poco para mostrar al mundo el propio poder. No sólo en Europa: en 1918 el empresario James Ward Packard es el destinatario de un cronógrafo de bolsillo con gran y pequeña sonería repetición de cuartos y medias con barrilete dedicado.

El Vacheron de James Ward Packard

En 1929 el rey Fouad de Egipto recibe de la comunidad de expatriados suizos en ese país un reloj de bolsillo excepcional: el registrado como reloj número 402833, en los archivos de la manufactura equipado con un repetidor de minutos de carillón con sonerías grandes y pequeñas de tres gongs, un cronógrafo de fracciones de segundo con un totalizador de 30 minutos, un calendario perpetuo e indicadores de fase lunar y edad. El de su hijo Farouk todavía añadiría tres complicaciones más. Se lo regalaron en 1935, al cumplir 15 años… es también en esa época que la marca se proveerá de los calibres de LeCoultre para sus relojes más sencillos.

El reloj del rey Fouad de Egipto

Pero entre esas dos fechas (1929-1935) se produce la conocida como Gran Depresión, lo que nuevamente lleva a toda la industria del lujo al borde del precipicio, Y Vacheron Constantin no es la excepción. La consecuencia es que la marca sale definitivamente de la familia fundadora (plural, si contamos a los Constantin, últimos representantes de ambas al mando) cuando es comprada por Georges Ketterer en 1940. El hijo y heredero de Ketterer fallece en 1969 sin descendencia, y es el jeque Ahmed Zaki Yamani, antiguo ministro del petróleo de Arabia Saudita y ávido coleccionista de relojes, quien se convierte en el accionista mayoritario de la empresa. En 1996 el grupo Vendóme, futuro Grupo Richemont, adquiere todas las acciones.

La ‘nueva’ Vacheron Constantin

El grupo se embarca en la labor de recuperar el lugar preeminente dentro de la Alta Relojería, que culmina en 2015 con la presentación del reloj más complicado del mundo: un encargo -más bien un reto- de un cliente con muchos recursos para crear un impresionante reloj de bolsillo de 10 cm de diámetro y 960 gramos cuyo interior alojaba un movimiento con más de 2.800 componentes y 57 complicaciones. Muchas de ellas quedan expresadas en indicaciones a través de sus dos esferas; la frontal con 19 agujas repartidas entre sus varios cuadrantes y la trasera con 12 manecillas. El reloj sería conocido simplemente como el número 57260 (cifra que combina el número de funciones 57, y la fecha de aniversario de Vacheron Constantin en 2015, 260) y su desarrollo se demoró ocho años. No todo son complicaciones difíciles de descifrar: el sistema de despertador, además de albergar cinco timbres diferentes, incorpora un modo nocturno que pone el mecanismo en silencio desde las 10 de la noche hasta las ocho de la mañana del día siguiente. El guiño a la historia: el 57260 se inspira en el reloj regalado al rey Fouad en 1929.

El 57260, el reloj más complicado del mundo

Más recientemente, y desde el departamento especializado “Les Cabinotiers”, Vacheron Constantin ha llevado esa pasión por la ultra-complicación a los relojes de pulsera, creando maravillas como el Solaria Ultra Grand Complication La Première, el reloj de pulsera más complejo jamás fabricado, que presenta 41 complicaciones, 5 funciones astronómicas y una repetición de minutos Westminster.

El Solaria Ultra Grand Complication

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