Llevo muchos años comprando relojes usados. Siempre se les ha llamado así, usados o de segunda mano. La inmensa mayoría de las veces alguien los ha usado antes que yo, y las menos se trataba de relojes en estado nuevo pero con sus años a cuestas, generalmente procedentes de algún antiguo stock de relojerías que cerraron hace años. Estos últimos son lo que se ha dado en llamar «NOS«, que corresponde al acrónimo «New Old Stock» y que algunos traducen como «nuevo de antiguo stock».
Parecería que el hecho de decirlo en un idioma distinto da prestancia a las cosas más cotidianas. Así, decir «vintage» queda mejor que decir «antiguo» (ya no digamos «viejo») y desde hace unos años suena mejor «pre-owned» que «usado» o «de segunda mano». De manera que, aun sin saberlo, he estado comprando durante años relojes vintage pre-owned, algunos de los cuales eran «new old stock«.
El motivo principal de semejante comportamiento ha sido casi siempre acceder a relojes que ya no estaban disponibles en el mercado comercial. Relojes más o menos emblemáticos de otras épocas (generalmente las anteriores a la conocida como crisis del cuarzo, desde mediados de los años 70 hasta mediados de los 80 del siglo pasado) o relojes de descatalogación más reciente.
Aquí debería hacer una distinción entre «coleccionista» y «acumulador». El coleccionista es aquel que le da un sentido a su acumulación, bien sea porque ha estudiado/investigado una parcela determinada de la relojería y busca ejemplares concretos que encajen en esa parcela, bien porque haya decidido adquirir todas las variaciones de un modelo en concreto o cualquier otro criterio que dé un sentido a sus compras. El acumulador es aquel que le tira a todo lo que le gusta y se puede permitir sin que le echen de casa. Debo confesar que me aquejan ambos males, aunque fui antes acumulador que coleccionista, algo que en todo caso considero natural.
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Saber másCuando uno se pone a ello, puede decidir coleccionar Ferraris o Citroëns 2CV. En mi caso, y porque era consciente de mis propios límites (y limitaciones), decidí coleccionar una marca tan poco codiciada como es Tissot. Pero ¿sabías que Tissot y Omega estaban en las mismas manos muchísimo antes de que apareciera el Swatch Group? ¿Y sabías que en ese grupo empresarial también estaba el mítico fabricante de calibres cronográficos Lemania que equiparía al no menos mítico Speedmaster? Pues los cronos Tissots también montaban Lemanias. Estoy tirando piedras sobre mi tejado, lo sé.
Investigar, hilvanar datos sueltos para ir confeccionando una historia coherente sobre un tema que puede llegar a ser apasionante y que le da sentido a una colección. La acumulación es más adrenalínica, pero menos satisfactoria a la larga. En su defensa, decir que puedes usar los integrantes de la acumulación con menos miramientos porque generalmente se trata de relojes más modernos y preparados para el día a día. Al menos en mi caso.
El mercado del reloj de segunda mano (perdón, pre-owned) ha crecido mucho en los últimos años, y hay estudios que predicen que en 2026 el 30% del mercado de relojes de lujo corresponderá a este tipo de relojes. Tanto es así, que ha llamado la atención de las marcas más importantes del sector, que han decidido participar en él para tratar de controlar una parte del negocio que se hace con «sus» piezas. Lo pongo entrecomillado porque desde luego no son suyas desde el momento en que pasaron a manos de sus clientes, pero son ellas quienes tienen el poder de revalorizarlas restaurando con recambios originales y/o certificando unidades que por alguna razón -como las mudanzas, jaja- perdieron su documentación.
Las más sonoras son Audemars Piguet y Rolex, pero Vacheron Constantin ya ha anunciado la apertura de su e-shop específico de relojes antiguos. No sería de extrañar que hubiera noticias de Breitling o de las premier del Swatch Group. Esperemos que Tissot se libre.
