Guía para elegir con éxito una piedra preciosa 

6 Oct 2025

Más que joyas: estas gemas son símbolos de eternidad que atraviesan generaciones

A principios de 1981, el mundo entero se detuvo para contemplar un zafiro: el del anillo con el que Carlos de Inglaterra y Lady Di anunciaron su compromiso. Pero como las piedras preciosas son capaces de guardar muchas historias que trascienden a modas y generaciones, ese mismo zafiro volvió a brillar en 2010, esta vez en el anular de Kate Middleton. 

En la corte de Cleopatra, las esmeraldas eran símbolo de la eternidad y la fertilidad, y en el joyero de Elizabeth Taylor convivieron con diamantes y todo tipo de piedras preciosas que, además de brillar, representaban cada capítulo de su vida. Porque desde hace siglos, las gemas más valiosas son mucho más que minerales convertidos en joya: son cápsulas de historia geológica, símbolos culturales y pruebas de amor pero, sobre todo, son la representación de la historia que queremos llevar puesta. 

Tres esmeraldas verdes sobre fondo verde texturizado. Cada esmeralda presenta un corte distinto: lágrima, esmeralda y brillante redondo. La composición monocromática resalta la pureza del color y la precisión de cada forma, creando una imagen armoniosa y sofisticada.

Las gemas que tienen propiedades excepcionales se convierten en las piedras preciosas que han reinado durante siglos. Cada una de ellas posee unas características que definen su valor y su magnetismo: la dureza, medida en la escala de Mohs, determina su resistencia al desgaste —desde la relativa fragilidad de la esmeralda (7,5-8) hasta la invulnerabilidad del diamante (10)—; y el color, fruto de trazas químicas en su estructura cristalina, otorga personalidad a cada piedra (el verde profundo de la esmeralda, el rojo incandescente del rubí, el azul sereno del zafiro o el fulgor incoloro del diamante). 

La colección RABAT Precious Stones nos invita a sumergirnos en el universo de las piedras preciosas con las piezas más exclusivas: primero por su minucioso proceso de selección que combina tradición, técnica y una profunda admiración por las piedras naturales; y después por su trabajo artesanal, mediante el que RABAT transforma lo extraordinario en eterno.

Esmeraldas

Se forman en escenarios improbables donde confluyen fluidos ricos en berilio con rocas portadoras de cromo, de origen metamórfico o ultramáficas: de ahí su rareza y su alto valor. Con su verde luminoso y profundo, las procedentes de Colombia, Zambia, Brasil y Afganistán suelen ser las más buscadas.  

Anillo de alta joyería sobre fondo verde texturizado. La pieza presenta  esmeraldas entrelazadas con diamantes blancos engastados . El diseño combina brillo y color con una silueta sofisticada y orgánica.

Su tonalidad se debe al cromo y al vanadio, y en su interior guarda inclusiones microscópicas que no son imperfecciones, sino pequeñas cápsulas de líquido, gas o cristales, que narran el entorno mineral en que crecieron, y que son conocidas como jardines de esmeralda. Al ser tan frágil (posee una dureza de 7,5 a 8 en la escala de Mohs), necesita de manos expertas para tallarla: su estructura cristalina pertenece al sistema hexagonal, con prismas alargados que guardan en su interior el secreto de su origen geológico. El resultado es hipnótico: sus vibraciones verdes se asocian al renacimiento perpetuo de la naturaleza, a la primavera que retorna tras cada ciclo. Así que tener una esmeralda es tener un fragmento de esperanza.

Rubíes

Por su color, desde el escarlata hasta el púrpura intenso —producido por la presencia de cromo en su estructura cristalina—, los rubíes representan la sangre, la pasión, la fuerza y la pasión. 

Dos rubíes rojos de talla oval sobre fondo rojo texturizado. Ambas piedras están facetadas y reflejan la luz con intensidad. La superior es ligeramente más alargada que la inferior. El contraste entre el acabado pulido de las gemas y la superficie granulada crea una composición visualmente armoniosa y sofisticada.

Los procedentes de Birmania son los más codiciados, ya que tienen un tono intenso que parece emitir luz propia denominado “sangre de pichón”. Pero no son los únicos. Los rubíes de Mozambique, Tailandia, Tayikistán, Vietnam y Sri Lanka son también muy valiosos. Estas gemas que tienen su origen en rocas metamórficas, como mármoles ricos en aluminio o gneises, y en rocas ígneas, como basaltos, tienen una dureza de 9 en la escala de Mohs, lo que las convierte en una piedra muy resistente, solo superada por el diamante. 

Pendientes largos sobre fondo rojo texturizado. Cada pieza presenta una línea de diamantes blancos que culmina en un rubí central de intenso rojo. El contraste entre el brillo de las piedras y la profundidad del fondo realza la sofisticación de la joya.

En la antigüedad, el rubí recibió el nombre de “piedra del sol”; en la India recibe el título de ratnaraj (rey de las gemas), otorgando prosperidad y protección contra los enemigos a todo el que la lleva. Por esta razón, durante la Edad Media, muchos caballeros las incrustaban en sus espadas.

Zafiros

Compuesto principalmente por óxido de aluminio, el zafiro es una de las piedras preciosas más sofisticadas y elegantes—en joyería clásica o contemporánea, nunca busca deslumbrar de forma ostentosa—, representante de la sabiduría, la fidelidad y la protección. 

Collar sobre fondo azul texturizado. La pieza combina eslabones metálicos plateados con dos zafiros azules: un zafiro en forma de corazón en el centro del diseño y otra rectangular al final de la cadena. El contraste entre el brillo del metal y la profundidad del azul crea una composición refinada y visualmente impactante.

Al igual que el rubí, se trata de una variedad del corindón, por lo que también posee una gran dureza: 9 en la escala de Mohs. Y su color —desde el azul aciano hasta el azul real o el medianoche— se debe a trazas de hierro y titanio.

Diamantes

El diamante ilumina y brilla como ninguna otra gema. Su estructura perfecta descompone la luz en destellos infinitos, un juego óptico que ha cautivado a la humanidad desde siempre, quizás por eso está asociado a la pureza, el compromiso y la inmortalidad: el diamante es la piedra por excelencia de nuestros hitos vitales. 

Pendientes largos sobre fondo negro texturizado. Cada pieza presenta una secuencia vertical de diamantes en distintos cortes. Engastados en oro blanco, los diamantes forman una composición simétrica que resalta la precisión del diseño y la sofisticación de la joya.

Nace en el manto terrestre tras someterse a unas altísimas presiones, por lo que son una manifestación pura de la energía y el tiempo, y es la piedra más dura de todas (alcanzan un 10 en la escala de Mohs). Para medir la belleza de un diamante tenemos que recurrir a las 4C (cut, color, clarity y carat): talla, color, pureza y quilates.

Por su ausencia de color y su gran valor, combina con todas las demás y, por su puesto, siempre es una apuesta ganadora. No es casualidad que Elizabeth Taylor, Marylin Monroe u otros grandes iconos de todos los tiempos hayan sido unas incondicionales de los diamantes.

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