Relojes

Breitling Navitimer: La apasionante historia de un cronógrafo

Con motivo de la edición limitada de Breitling Navitimer disponible en RABAT, realizamos un recorrido por la excitante historia de la colección Navitimer de Breitling.

Ferrari, Lamborghini, Porsche… en el mundo del automóvil hay muchos casos de emprendedores que han dado su propio apellido a la empresa que fundaron. También hay algunos ejemplos en el mundo de la relojería, la mayoría -aunque no sólo- compuestos por dos apellidos. Lo que ya no es tan frecuente es que alguien llame a su nueva empresa como él mismo.

1884 – 1929: Las bases de una marca centenaria

Léon Breitling

1884 – Y esto es lo que decidió hacer Léon Breitling en Saint Imier cuando, en 1884 y contando 24 años, puso las bases de lo que llegaría a ser una marca centenaria. Empezó, como la mayoría, con un «comptoir«, una especie de centro de ensamblaje de los componentes que adquiría en los «etablis«, especializado cada uno de ellos en piezas concretas. El «comptoir» las pulía, ajustaba, ensamblaba y, finalmente, instalaba el calibre ahora completo en una caja. Para diferenciarse de la competencia (la pujante industria americana se cernía como una amenaza sobre la artesanía suiza) decidió especializarse en complicaciones, si así podemos llamar a un cronógrafo de mano (los relojes de pulsera todavía no habían llegado siquiera a las muñecas femeninas aparte de la de la reina de Nápoles).

Los «compteurs» eran lo que algunos conocen como «cronómetros» pero que, en realidad, son «cronógrafos»: medidores del tiempo transcurrido entre dos momentos dados, generalmente marcados por la presión ejercida en un pulsador para ponerlos en marcha y posteriormente detenerlos. Tal como se afirmaba en la publicidad de la época, eran idóneos para conductores, ciclistas, médicos, marinos…

1892 – No habían pasado ni diez años cuando Léon Breitling, se traslada a La Chaux-de-Fonds -Rue Montbrillant, 3- para montar una auténtica fábrica, una evolución del pequeño comptoir que abrió en Saint Imier. Uno de los motivos de ese cambio es que Léon ha registrado algunas patentes para mejorar tanto la precisión como los métodos de producción de sus cronógrafos que, indiscutiblemente, son el centro de su negocio. A pesar de que el invento del cronógrafo como tal se atribuye a Louis Moinet (1816) fue Breitling quien le dio una función práctica y, cien años después, en 1915 se presentó uno de los primeros cronógrafos de pulsera de la historia. Pero no fue Leon quien lo hizo, fallecido un año antes, sino su hijo Gaston que había heredado el talante emprendedor de su padre.

Publicidad datada en 1894 de la fábrica Léon Breitling

Croquis de la patente del reloj de bolsillo con cronógrafo

1923 – Más adelante, Gaston patentó un reloj de bolsillo con cronógrafo que ya presentaba dos pulsadores, uno a las dos horas para ponerlo en marcha y otro a las doce, coaxial con la corona de remontuar (dar cuerda). Con todo, no era esta la novedad más importante. En los primeros cronógrafos se concentraban todas las funciones en un solo pulsador, la secuencia arranque-parada-reinicio, sin posibilidad de agregar tiempos desde la última parada. El nuevo cronógrafo, al separar las funciones en dos pulsadores permitía parar la cuenta y volver a arrancar desde donde se había detenido. En realidad no son «pulsadores» estrictamente hablando: el situado a las doce, encargado de la puesta a cero, funciona por tracción, esto es, tirando de él. Además, presenta un mecanismo de seguridad que lo bloquea mientras el cronógrafo está en funcionamiento.

1929 – Gaston falleció inesperadamente en 1927, cuando su hijo y sucesor, Willy, contaba solamente 14 años. El equipo gestor que se hizo cargo de la empresa durante cinco años fue capaz de capear la Gran Depresión de 1929, y cuando Willy tomó el mando (con cinco años menos que su abuelo al fundar la empresa) se encontró con un catálogo con más de 40 referencias entre relojes de pulsera, de cabina, de avión o automóvil (estos últimos introducidos certeramente por Marcel Robert, uno de esos gestores), donde los cronógrafos seguían siendo una parte importante.

Willy Breitling

1934 – 1952 : Volando hacia Navitimer

1934 – Imbuido del espíritu innovador de sus predecesores, Willy Breitling solicitó una patente para reloj de pulsera que reproducía las funciones del reloj de bolsillo patentado por su padre once años antes. Esto es, dos botones, uno para arranque y parada, y otro, para puesta a cero.

A diferencia de su padre y su abuelo, Willy no tenía una formación relojera (la patente del crono se pudo solicitar gracias al buen trabajo de Marcel Robert, a la sazón director técnico de la Maison), pero lo compensó con una capacidad comunicativa y una excelente visión comercial que puso a la marca en el olimpo relojero de la época. Entendió que además del «saber hacer» había que «hacer saber», y las campañas de publicidad se multiplicaron. Con eso, y con un caballo ganador como era el nuevo crono, se lanzó a desarrollar modelos para cubrir todo tipo de necesidades técnicas más allá de los contadores de velocidad o de pulsaciones. Aún así, no descuida el apartado técnico: es Breitling quien introduce un contador de 45 minutos acumulados y quien le da a los dos pulsadores la posición que la mayoría conocemos. Inicialmente su invento arrancaba y paraba el cronógrafo con el pulsador situado a las cuatro y reseteaba con el de las dos. Una nueva patente destinada a simplificar el mecanismo de vuelta a cero sustituye el sistema de doble báscula por «una espiga que se introduce en la armadura del mecanismo» teniendo como resultado la inversión de ambas funciones.

Detalle del catálogo de 1941 de Breitling

1938 – Se crea un nuevo departamento especializado en cronógrafos para la aeronáutica, bautizado como Breitling HUIT Aviation, en referencia a los ocho días de reserva de marcha que solían tener estos instrumentos. Este departamento dispondrá de la última tecnología de la época de cara a asegurar la fiabilidad de elementos que pueden resultar críticos en la navegación aérea. La calidad del producto obtenido, junto con las habilidades comerciales de Willy Breitling, consigue sustanciosos contratos con la RAF británica para equipar los míticos Spifire que labrabrían su propia leyenda durante la Segunda Guerra Mundial. Breitling produce cronógrafos de pulsera específicos para aviadores, con esferas de alto contraste y grandes pulsadores para ser accionados con los guantes puestos.

E incluso uno específico para bombarderos (referencia 637, del que recientemente ha habido una reedición-homenaje). Se supone que, además de a los británicos, Breitling suministró sus instrumentos de vuelo a otros ejércitos, pero no han quedado registros. Sólo una ambigua afirmación «Breitling es proveedor de numerosos Gobiernos«, en un catálogo de 1941.

1942 – Con todo, va a ser otro tipo de instrumento el que va a hacer famosa a Breitling en esos años de guerra: el Chronomat (de CHRONOgraph y MAThematics), anunciado a finales de 1941 en las publicidades de la casa y presentado en su versión definitiva a principios de 1942. Se trata de un cronógrafo que incorpora una regla de cálculo circular situada en su perímetro. El dispositivo consta de dos escalas logarítmicas concéntricas, una fija en la esfera y la otra, móvil a modo de bisel giratorio.

El éxito de Breitling Chronomat perdura hoy en día

Esto permite efectuar todo tipo de cálculos: taquímetro, telémetro, pulsómetro… incluso puede funcionar como metrónomo. Además, también puede resolver problemas aritméticos tales como multiplicaciones, divisiones reglas de tres o tipos de cambio. Montando un calibre Venus 175 con rueda de pilares y con dos presentaciones (oro y acero) y varias esferas, el Chronomat cosecha un éxito inmediato y, lo que es más importante, duradero.

Pero ¿qué es una regla de cálculo? Algunos historiadores apuntan que su inventor fue el matemático Edmund Wingate a mediados del siglo XVI, mientras que otros adscriben su invención al reverendo William Oughtred en 1636. Su desarrollo comenzó con el estudio de logaritmos de John Napier publicado en 1614, que el astrónomo Edmund Gunter aplicó a las escalas de cálculo en su «canon triangulorum«, dando lugar a las primeras aplicaciones matemáticas de la escala logarítmica.  William Oughtred toma la escala de Gunter y decide poner dos escalas que se deslizan entre sí. Alineando los valores de las escalas era posible realizar cálculos aritméticos, dando lugar a la primera regla de cálculo. Funciona como una calculadora analógica: dispone de varias escalas numéricas móviles que

facilitan la realización de operaciones aritméticas complejas. Con el tiempo sus escalas se han modificado con el objeto de ser adaptadas a campos de uso concretos, como puede ser la ingeniería civil, electrónica, construcción, aeronáutica y aeroespacial. Su época de esplendor duró más de un siglo, el periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo XIX y el tercer cuarto del XX. Antes del advenimiento de la calculadora de bolsillo, era la herramienta de cálculo más utilizada en la ciencia y la ingeniería. En 1930 el teniente de los Estados Unidos Philip Dalton inventa una regla de cálculo circular que denomina E6B. La regla E6B permitía realizar cálculos aeronáuticos sobre trayectorias durante el vuelo, y está en el origen del Navitimer.

1952 – 1964: El despegue de una leyenda

A principios de los años 50 la aeronáutica comercial experimenta un auténtico boom. Los avances logrados en la aviación militar se trasladan ahora al mundo civil y los aviones van sustituyendo a los transatlánticos como medio de «cruzar el charco». Marcas como Lockeed, Boeing Douglas y Convair compiten por ofrecer al mercado aviones de larga distancia más grandes, más rápidos y más cómodos. Simultáneamente, y como ocurre también en el mundo del buceo recreativo, proliferan los pilotos privados que consiguen tener su propia avioneta y los clubes de propietarios se multiplican.

Primer Breitling Navitimer de 1952

1952Breitling ya está muy presente en el mundo de la aviación, por lo que no es de extrañar que Willy Breitling, haciendo gala de su aguda visión comercial, le encargue a su fiel Marcel Robert un instrumento de cálculo que se pueda llevar en la muñeca. Aprovechando la experiencia adquirida al desarrollar el Chronomat, Robert rediseña la regla de cálculo en base a la E6B de Dalton. Es cierto que el Chronomat permitía ya efectuar operaciones aritméticas básicas, pero el sistema de escalas invertidas obligaba a girar el bisel para cada nueva operación. La solución consistirá en invertir la escala exterior móvil, de manera que las dos escalas logarítmicas funcionen en paralelo.

Este aparentemente sencillo cambio permite no sólo resolver operaciones concretas sino disponer de tablas completas sin necesidad de mover el bisel: si el usuario desea multiplicar 8 por 3, tendrá a la vista no sólo el resultado buscado (24) sino toda la tabla simultáneamente (8×4, 8×5, 8×2…). Además, se añaden las tres unidades de distancia más utilizadas en aeronáutica: STAT para millas standard, KM para kilómetros y NAUT para millas náuticas o nudos. Colocando una cifra de la escala exterior enfrente de uno de estos indicadores, el usuario puede leer inmediatamente las equivalencias en las otras dos unidades. Había nacido el Navitimer (de NAVIgation y TIMER), aunque Breitling no registrará ese nombre hasta 1955.

En esa época, no era frecuente que una marca relojera del nivel de Breitling produjera relojes «personalizados», pero la AOPA (Aircraft Owners and Pilots Association), la mayor asociación de propietarios de aviones y pilotos del mundo con cien mil sólo en los Estados Unidos, decide que ése va a ser su reloj oficial. No se sabe cuántos ejemplares se produjeron con el logotipo de la AOPA en su esfera y, esto es importante, sin el logo o nombre de la propia Breitling, sólo «Navitimer» bajo el centro de agujas. Los escasos ejemplares que se conservan hoy día son muy buscados por los coleccionistas. Se vendía directamente a los miembros de la AOPA por la impresionante cantidad de 87,50 dólares americanos y no era raro que algunos pilotos fueran a recogerlos directamente a la fábrica en La Chaux-de-Fonds aterrizando en el pequeño aeródromo de Les Eplatures. Una característica diferencial de los primeros Navitimers es la unidad cromática entre esfera y subesferas de los contadores: son todos negros. Posteriormente (1963), y por una cuestión de legibilidad, se decidió la configuración que hoy conocemos coloquialmente como «Panda inverso«, esto es, esfera negra y contadores blancos. Otro elemento diferencial de los Navitimer AOPA es la forma de sus agujas, en forma de jeringa y que posteriormente pasaron a ser rectas con los extremos en punta.

Breitling Navitimer Referencia 806 de 1956

1956 – Con la idea de capitalizar el éxito del Navitimer entre la comunidad aeronáutica, Breitling lanzó lo que ahora se llamaba la referencia 806. En lugar de un Valjoux 72, el 806 albergaba un movimiento de cronógrafo de cuerda manual Venus 178, que continuaría en uso hasta principios de la década de 1970. Todavía con subesferas negras, la referencia 806 tenía algunas variantes de esfera, ya que Breitling experimentó con nuevos mercados y diseños. Diseños que incorporaban distintas combinaciones del logo de la AOPA (con y sin siglas), el nombre de Breitling y el añadido de Geneve bajo este. Para darle un toque más lujoso -a pesar de considerarlo una herramienta- se sacaron versiones chapadas en oro e incluso una hoy rara versión en oro macizo. Por cuestiones técnicas, el bisel móvil era solidario con el cristal, que giraba simultáneamente con él. Originalmente, este bisel estaba terminado en su perímetro más externo en forma de una ristra de pequeñas esferas o «cuentas» para facilitar el agarre: entre 125 en los primeros modelos de 1950 y 93 de los últimos de 1963. En 1964, se rediseñó y se le dió aspecto de pequeñas almenas.

Detalle de la referencia 806 de Breitling Navitimer

1962 – Durante la carrera espacial de los años 60, concretamente el 24 de mayo de 1962, el comandante Scott Carpenter realizó un vuelo orbital tripulado, a bordo de la nave Aurora 7. La misión, que consistió en tres rotaciones completas alrededor del planeta, tenía fines científicos, y estaba destinada al estudio de los líquidos en condiciones de ingravidez y a la toma de fotografías de la Tierra. Lo que la hace interesante aquí es que Carpenter, conocedor del Navitimer y probablemente miembro de la AOPA, solicitó a Breitling un reloj especial: debía tener una esfera de 24 horas para poder discernir el día y la noche en un entorno -el espacio exterior- que no ayudaba.

Publicidad Breitling durante la carrera espacial de los años 60

Referencia 809 de Breitling Navitimer

La referencia 809 se llamó Navitimer Cosmonaute, montaba un calibre Venus 178 (aunque se han documentado ejemplares con Valjoux 7736), y en 2012 se lanzó una edición conmemorativa por el 50 aniversario.

1964 – Desaparece definitivamente el logo de la AOPA y se incorpora el del «Twin Jet«, aunque la asociación con la agrupación de pilotos se mantiene aún hoy. En todo caso, es fácil diferenciar los Navitimer que se entregaron en los Estados Unidos -mercado principal de los Navitimer de la época- porque en el calibre llevan estampado el sello de importación « WOG », significa Wakmann Watch Co, el partner y distribuidor norteamericano de Breitling con quien ésta había creado una alianza comercial para vender en el país.

El éxito del Navitimer es tan grande que sobrepasa el ámbito aeronáutico, y lo usan celebridades de la época como el gran músico de jazz Miles Davis, o los campeones de Fórmula 1, Jim Clark, Graham Hill, y el mismo Jo Siffert, que posteriormente tendría un crono con su nombre en Heuer.

Justo por esa época (mediados de los 60) se empieza a detectar un desinterés en los cronógrafos por parte de las nuevas generaciones. Parece que el mercado se ha cansado de esferas recargadas, tiende a la simplicidad y prefiere los calibres automáticos. A esto no son ajenos los distribuidores y puntos de venta que alimentan la espiral dejando de lado los cronos y mostrando a sus potenciales clientes, lo que ellos creen más moderno. Ya se sabe, renovarse o morir. La solución que imaginaron algunos fabricantes fue incorporar la carga automática a los cronógrafos. Sin comunicárselo unos a otros (de hecho se trató como alto secreto, con contraseñas y nombres en clave) tres actores se pusieron manos a la obra.

Por un lado los japoneses de Seiko, que a pesar de que se estaba preparando la «revolución del cuarzo» que acabaría con buena parte de la relojería suiza, se habían embarcado en el desarrollo de un calibre con rueda de pilares y rotor completo (el ahora famoso -y económico- 6138). Por otro lado estaba Zenith, que también acometió su propia investigación en solitario. Un tercer contendiente era colectivo: Heuer-Leonidas, Hamilton-Buren y la propia Breitling se asociaron con el fabricante de calibres Dubois-Depraz para desarrollar un calibre que con el nombre de «Chrono-Matic» equiparía a las tres marcas.

1970 – 2023: La leyenda Navitimer continúa

1972 – Mientras tanto, se añade al ya de por sí informativo Navitimer la ventana de fecha a las cuatro y media gracias a la introducción del calibre -todavía manual- Valjoux 7740, que equipará al nuevo modelo 7806. El contador de horas a las seis queda sustituido por los segundos continuos. Se añaden toques de color rojo tanto en la fecha como en algunos indicadores de la regla de cálculo.

La incorporación del nuevo calibre automático trae un cambio radical en lo que se refiere tanto al aspecto estético como técnico del Navitimer:

  • La característica ubicación de la corona en la izquierda.
  • Por primera vez se propone un brazalete metálico en lugar de una correa de piel
  • El tamaño, las formas y volúmenes de la caja ya apuntan al aspecto «setentero» que marcará toda una época.
  • Se entra, ya sin reservas, en los acentos de color tanto en las agujas como en los indicadores de la regla de cálculo.
  • Se mantiene la fecha -ahora a las seis- en color rojo.
  • En el aspecto técnico, Breitling soluciona, de una vez por todas, un problema de estanqueidad asociado a la regla de cálculo circular del Navitimer. En los modelos precedentes, el bisel acanalado, el cristal y la escala logarítmica exterior formaban un bloque solidario: cuando se giraba el bisel para accionar la regla se movía también el cristal, lo que comprometía la estanqueidad del reloj mismo. No siendo un reloj de inmersión el problema nunca fue crítico, pero la voluntad de Breitling era la mejora constante de sus productos. Así, la solución pasó por fijar el cristal a la caja de forma convencional y dotar al bisel y la escala de cremalleras combinadas con un sistema de dos piñones unidos por una tija que atravesaba el canto y que permitiría accionar la regla al girar el bisel.
  • Asimismo, y para mejorar la estabilidad de marcha, el calibre 11 (19.800 alternancias / hora) es rápidamente sustituido por el calibre 12, prácticamente idéntico, pero con una frecuencia mayor: 21.600 a/h.
Referencia 9106 de Breitling Navitimer

1973 – El auge de la electrónica procedente de Japón, combinada con el anquilosamiento de la industria suiza, cambia por completo las reglas del juego. Más barata y más precisa, desplaza a la relojería mecánica en cualquier campo práctico. La respuesta -casi a la desesperada- de Breitling es la presentación en 1973 de un modelo híbrido de Navitimer, con módulo de cuarzo, con LED (Light Emitting Diode, de típico color rojo, referencia 9106, en caja Chronomatic) o con pantalla LCD (Liquid Crystal Display, referencias 9406 y 9416) combinados con la legendaria regla de cálculo. Fue anunciado como «The computer watch for the computer age«. La urgencia por mantenerse a flote se puede ver en la utilización de la caja de Chronomat (calibre 12, automático) y que a su vez procedía del 816 para el nuevo 9416. La función de cálculo complejo ya no es tan fluida cuando no dispones de agujas, de manera que la esperada recuperación de ventas no se produce. Breitling está abocada al cierre, algo que ocurre en diciembre de 1978.

1979 – Un Willy Breitling al final de sus días todavía podrá ver cómo la marca con su apellido vuelve a alzar el vuelo: el 5 de abril de 1979 Ernest Schneider, que ya tenía experiencia en el sector al haber heredado de su suegro la marca Sicura, firma un acuerdo para comprar la marca y los derechos de Breitling. Posteriormente compra la marca Kelek de relojería mecánica, que será la base sobre la que crecerá la nueva Breitling. Más allá de recuperar modelos y gloria, uno de los -muchos- aciertos de Schneider fue orientar el story-telling hacia la aviación, donde tenía amigos y conocidos, siendo él mismo poseedor de una licencia de piloto privado.

Ernest Schneider

Entre los Aerospace y los Chronospace de la nueva era podemos situar los primeros Navitimer ana-digi (de analógico, con agujas, y digital, con dígitos o números) los 2200 y 2300, que montaban un calibre suizo del conglomerado Ebauches: los ESA 900.231. También los Jupiter 3100 y los Pluton, siendo estos últimos ya más cercanos a los mencionados Aerospace al haber sustituido la regla de cálculo por un más sencillo taquímetro.

Breitling Navitimer B01 Chronograph edición limitada para RABAT

A partir de aquí se suceden versiones más o menos reiterativas de un Navitimer «clásico» influenciadas por las modas de cada momento, generalmente referidas al tamaño y llegando a diámetros cercanos a los 50mm con la serie Mulliner para Bentley. Sin embargo, poco a poco y gracias al enorme interés despertado por los relojes vintage en la última década, Breitling vuelve a tirar de archivo y recupera los clásicos más puros de la época dorada de los años 50-60 del siglo pasado, algo que los nuevos propietarios de Breitling con Georges Kern al mando han incluso acelerado. Se han tomado, eso sí, licencias impensables en el pasado, como añadir colores de esfera en tonos pastel, por ejemplo. A la vez, conviven en el catálogo actual medidas de 41 y 46mm de diámetro.

2019 – Yendo un paso más allá, y como he comentado más arriba, en 2019 se reeditó fielmente el 806 realizado para la AOPA, en una edición limitada a 1959 unidades en acero.

2023 – Y vendrán más, como la edición especial Breitling Navitimer para RABAT.