Hay dos acontecimientos extraordinarios que rodean la historia de Breguet. El primero, el estar ante una firma creada por el que posiblemente sea el relojero más grande de todos los tiempos. El segundo, la capacidad de sus responsables para mantener intacta la visión creativa que ya caracterizó a su fundador hace 250 años. Perteneciente actualmente a Swatch Group, Breguet es uno de esos casos que hacen de la relojería una afición única. Nunca han dejado de producir relojes durante todo este periodo, primero en Francia, donde Abraham-Louis Breguet estableció su taller, y más tarde en Suiza. En la actualidad, las piezas de Breguet se realizan en el Vallée de Joux, en el corazón de la Alta Relojería suiza, donde se encuentran las más prestigiosas firmas del sector.

Abraham-Louis Breguet, el más extraordinario relojero
Para entender la filosofía de Breguet es inevitable acudir a la obra de su fundador. Muchos aficionados sabrán de Abraham-Louis Breguet por ser el inventor del tourbillon. Solo por este hecho, Breguet ya tiene su nombre escrito con letras de oro en la historia de la relojería. Pero su capacidad creativa fue mucho más allá del famoso órgano regulador. Abraham-Louis Breguet no solo fue un magnífico relojero, creador de los mejores relojes de la época. Fue una persona perspicaz y curiosa, capaz de imaginar recursos técnicos inéditos y desarrollar métodos de venta que garantizaron la supervivencia de su firma.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar un ingenio relojero de la época al cual Abraham-Louis Breguet no le prestara atención. A lo largo de su carrera desarrolló los primeros movimientos automáticos, creó relojes de tacto para que fueran consultados sin necesidad de ver la esfera e inventó un movimiento de dos volantes que se regulaban según el principio físico de la resonancia. Incluso fue capaz de fabricar el primer reloj “conectado” del mundo: el Sympathique, ideado en 1795 y presentado en París tres años más tarde, consistente en un conjunto de reloj de bolsillo y un pendulette (reloj de mesa). Al poner el reloj de bolsillo sobre el soporte, una serie de engranajes conseguían ponerlo en hora y regularlo automáticamente. Ingenioso, ¿no?

Pero, como decimos, Abraham-Louis Breguet fue mucho más que un grandísimo relojero. También se esforzó para que sus relojes fueran diferentes a los de la competencia y lograr así más visibilidad de cara a sus clientes. En muchas de sus creaciones aplicó la técnica del guilloché en la esfera y las decoró con agujas y cifras de su propia creación. De este modo, cualquier aficionado sabía reconocer un reloj de Breguet a simple vista. Incluso concibió una firma secreta en sus relojes para saber diferenciar los suyos de las numerosas falsificaciones que ya abundaban en aquellos tiempos. Igual de sorprendente es descubrir que fue Breguet el creador del primer reloj de pulsera, realizado en 1810 para Caroline Murat, por entonces reina consorte de Nápoles. Como dice Gregory Kissling, consejero delegado de Breguet, “Abraham-Louis Breguet es el inventor de la relojería moderna. Muchos de los rasgos y soluciones que empleamos actualmente en la industria tienen su origen en él”.

Breguet, una puente entre París y Suiza
Nacido en Neuchâtel en 1747, Abraham-Louis Breguet marchó a Francia con apenas quince años con el fin de perfeccionar sus estudios de relojería y labrarse un nombre en la corte francesa. En 1775 abrirá su propio taller en Quai de l’Horloge, una tranquila calle en la Ile de la Cité, a orillas de Sena y escasos metros de la Sainte Chapelle. Será aquí donde mantenga su taller durante años y que solo abandonará por motivos de fuerza mayor. Así ocurrió en 1793, cuando los desmanes de la Revolución Francesa le llevaron a volver a su país natal durante un periodo de dos años.
Cuenta Emmanuel Breguet, vicepresidente de la firma y jefe de patrimonio, que en esta casa de la Ile de la Cité pasaría aquí el resto de su vida y en ella recibiría a muchos de sus más importantes clientes. De hecho, “cuatro generaciones de Breguet vivieron aquí y realizaron importantes inventos. Entre estos muros se construyeron los relojes más extraordinarios del mundo; después nacieron y se construyeron aquí innumerables instrumentos científicos”. Porque, como apunta su descendiente, la saga Breguet continuó tras la muerte del patriarca en 1823. Hijos y nietos heredaron la sed de conocimiento de Abraham-Louis Breguet y la ampliaron a los campos más avanzados de la época como la aviación y las telecomunicaciones.
La casa relojera de la familia acabaría trasladándose al número 28 de la Place Vendôme en 1933 y aquí seguirían desarrollando sus creaciones, bien apreciadas por sus clientes, con hitos tan importantes como el reloj de aviador Type XX, presentado en 1953. El traslado a Suiza en 1976 y su entrada en Swatch Group en 1999 han sido los últimos pasos esenciales en la conservación de Breguet como una de las más grandes sagas relojeras de la historia.
Un legado que continúa 250 años después
Es evidente que para los actuales responsables de Breguet es un gran honor ser herederos del legado de Abraham-Louis Breguet. Pero también supone una gran responsabilidad. El deseo de todos es que este legado vaya más allá de una continuación estética y que sea capaz de reflejar hoy en día esa mezcla única de conocimiento relojero y capacidad creativa que caracterizó a su fundador. La innovación forma parte del ADN de Breguet. Un afán por la experimentación que tiene actualmente su reflejo en creaciones en las referencias de la línea Tradition o el Classique Double Tourbillon Quai de l’Horloge, uno de los relojes más espectaculares del mundo. Breguet también ha innovado en los últimos años con su apuesta por el silicio o con inventos como el pivote magnético, lanzado en 2010. Además, el espíritu original de Abraham-Louis Breguet se mantiene presente al ser la firma que más esferas guilloché comercializa hoy en día en el mercado y una de las que más movimientos con tourbillon realiza cada año.

La celebración de una fecha tan redonda como es el 250º aniversario da pie a Breguet para lanzar una serie de piezas especiales a lo largo del año que, vistas en conjunto, conforman un retrato muy fiel de la trayectoria de la casa.
Classique Souscription 2025, un antepasado de lo más original
A Abraham-Louis Breguet le hubiese encantado la decisión de la firma de elegir un reloj tan original como el Classique Souscription 2025 como primera entrega de la colección aniversario. Como decimos, todos los modelos de este año representan varias facetas de la historia tanto de Abraham-Louis Breguet como de la marca. Lo normal hubiese sido comenzar por un tourbillon, la complicación más icónica de la casa. O cualquier otra pieza de gran complicación. En su lugar, el equipo de la manufactura ha optado por un modelo que, sin ser tan conocido, refleja muy bien la combinación de técnica y audacia comercial que siempre caracterizó al genial relojero.
Exiliado en Suiza durante la Revolución Francesa, Abraham-Louis Breguet tuvo tiempo para imaginar nuevos métodos para ampliar su negocio y se le ocurrió algo tan original como vender un reloj para el cual hacía falta un pago previo, o suscripción, de una cuarta de su precio antes de su producción. Breguet garantizaba de este modo contar con el dinero necesario para pagar materiales y proveedores, sin necesidad de adelantarlo él. Como no podía enseñar el reloj, pues no estaba construido, editó un folleto publicitario donde recogía las características del reloj y sus condiciones de compra. Este sistema de publicidad y financiación era algo inédito por entonces en la relojería, que tardaría décadas, incluso siglos en aceptarlas como parte de la industria.
Aquel reloj de suscripción fue todo un éxito desde su lanzamiento en 1796 y se calcula que Abraham-Louis Breguet llegó a fabricar unas setecientas piezas con este sistema de financiación. Pensado para un público más variado, el reloj de Suscripción tenía una concepción técnica más sencilla, como queda reflejado en el uso de una sola aguja. Este mismo concepto se ha trasladado ahora al Classique Souscription 2025. Se ha partido de un diseño similar de caja, aunque reducida de los 60 milímetros del original de bolsillo a los 40 milímetros de la versión pulsera. La esfera está realizada en esmalte Grand Feu blanco. En su parte central encontramos la firma secreta y número individual de serie, ambos realizados con un pantógrafo de punta de diamante de la época de Abraham-Louis Breguet.
A pesar de la extrañeza que causa encontrar un reloj de una sola aguja, la lectura de la horaria es fácil de aprender y bastante ajustada. La precisión se limita a tramos de cinco minutos, algo que tampoco está nada mal al ser una tramo temporal más habitual en nuestro día a día. Además, cualquier persona que se fije en reloj sentirá curiosidad por saber cómo funciona, así que su comprador tendrá conversaciones garantizadas para el resto de sus días.

Realizado en oro Breguet, del cual hablaremos más tarde, el Classique Souscription 2025 viene equipado con un movimiento VS00 de carga manual, con reserva de marcha 96 días. El mecanismo respeta los acabados granallados que tenían los relojes originales de Breguet. La arquitectura del VS00 será familiar para los seguidores de la firma, ya que emplea como base mecánica el mismo movimiento empleado en los modelos Tradition, aunque en esta ocasión con el escape y tren de rodaje desplazados al reverso.
Aunque se trata de una edición no limitada, todas las unidades del Classique Souscription 2025 vienen numerados de manera individual tanto en la esfera como en el movimiento y el estuche de entrega.
Tradition Seconde Rétrograde 7035, la revolución del pasado
La segunda de las entregas de esta colección aniversario se acaba de presentar. En este caso no hablamos de un nuevo movimiento, sino uno de los mecanismos más conocidos de Breguet. La firma lanzó en 2005 la colección Tradition con el objetivo de devolver a la actualidad las arquitecturas únicas de los calibres de Abraham-Louis Breguet. La idea era sencilla, aunque muy rompedora: dar la vuelta al movimiento y exponer en el frontal tanto el tren de rodaje como el órgano regulador del mecanismo. Además de este cambio de posición, los Tradition aprovechaban la peculiar forma de los “paracaídas”, los puentes creados por Abraham-Louis Breguet, como elemento distintivo del reloj. El Tradition ha sido desde entonces la cara más conocida de Breguet dentro del segmento de complicación y era lógico que tuviera su hueco dentro de esta colección aniversario.

Esta referencia 7035 es una variación del Tradition Seconde Rétrograde 7097 ya existente en el catálogo de la firma. La disposición es similar, con el puente del volante junto a la corona y, a su izquierda, el tren de rodaje sujetado por tres puentes sucesivos. La indicación horaria aparece en esfera horaria descentrada en la parte superior del reloj y un contador retrógrado para los segundos. El 7035 es ligeramente más pequeño, con un diámetro de 38 milímetros, con la caja realizada en Oro Breguet y el nuevo guilloché Quai de l’Horloge en la esfera, elaborada en esta ocasión con esmalte grand feu translúcido que aporta una gran profundidad visual al disco.

En la parte trasera encontramos el rotor de carga, el cual proporciona una reserva de marcha de 50 horas con carga plena. Conserva la forma de medialuna que Abraham-Louis Breguet ya empleó en sus mecanismos automáticos, puesto que él también fue de los primeros relojeros en desarrollar este sistema de carga. No se acaban aquí los guiños al fundador de la manufactura: la masa oscilante está realizada en platino, lo que nos recuerda que Breguet también fue el primer relojero en usar este metal precioso en relojería, puesto que su gran masa lo convertían en una opción ideal para esta función. A diferencia del Classique Souscription 2025, esta edición del Tradition Seconde Rétrograde 7035 sí que es limitada, a 250 ejemplares.

Tres elementos que definen la colección aniversario
El proyecto de Breguet para este año tan especial consiste en mostrar los grandes hitos de la manufactura a través de sus colecciones más emblemáticas. Pero, por lo que hemos visto hasta ahora, las referencias tendrán varios elementos comunes que definirán su carácter excepcional.
Oro Breguet. Como ya hemos visto, las dos primeras entregas de la colección están fabricadas en oro Breguet. La manufactura se suma así a la tendencia de elaboración de aleaciones exclusivas que firmas como Omega, también perteneciente a Swatch Group, han desarrollado con tanto éxito. El oro Breguet es una aleación de 18K que combina oro puro, plata, cobre y paladio. Aparte de su resistencia y brillo, el Oro Breguet, con un tono amarillo ligeramente rosado, el oro Breguet recuerda a la tonalidad de los relojes que el propio Abraham-Louis Breguet empleó en sus relojes de oro, en una época en la que aún no estaban estandarizadas las aleaciones de este metal precioso.

Guilloché Quai de l’Horloge. Abraham-Louis Breguet fue pionero en el uso del guilloché en las esferas como herramienta para evitar la copia fraudulenta de sus creaciones. La manufactura actual ha sabido conservar ese legado con un catálogo en el que abundan estos tipo de grabado, el cual se sigue haciendo de manera artesanal, con máquinas fresadoras antiguas. Con ocasión del 250º aniversario, Breguet ha creado un nuevo patrón de guilloché denominado Quai de l’Horloge. El nombre hace referencia a la calle donde Abraham-Louis Breguet tuvo su taller en París, a orillas del Sena, cuyas aguas quedan reflejadas en las suaves ondulaciones del patrón.

Estuche rojo. El cuidado de los detalles va incluso más allá del reloj. Todas las piezas pertenecientes a la colección aniversario se entregan en un estuche de cuero rojo muy similar a los usados en la primer época de Breguet. Además de la mención conmemorativa del reloj, cada estuche va numerado individualmente con la misma cifra correspondiente a la pieza que guarda en su interior.
