Una de las confusiones más comunes que se producen en la relojería es confundir un cronómetro con un cronógrafo. Y no, no son lo mismo. Es un error lógico, aunque de difícil solución. Explicado de manera sencilla, un cronógrafo es un instrumento que sirve para medir lapsos de tiempo a nuestra voluntad. En cambio, el término cronómetro certifica la calidad de un reloj como mecanismo de gran precisión. Es decir, el cronógrafo hace referencia a una función y cronómetro a la calidad del tiempo medido.
La confusión entre los dos términos se da sobre todo en el idioma español por el uso tradicional del verbo cronometrar al acto de medir tiempos independientes, es decir, la tarea que habitualmente hace un cronógrafo.
Una solución más complicada de lo que parece
Cronómetro y cronógrafo comparten raíz etimológica. Ambas derivan de la palabra “cronos” (χρονος), término griego para referirse al tiempo. Después, por un lado, tenemos el sufijo “metro” (“μετρον”, medición en griego). Por el otro, “grafo” (“γράφειν”, escritura en griego). Según estos orígenes, un cronómetro mide el tiempo, mientras un cronógrafo lo escribe. ¿Tiene sentido esto último? Sí, aunque lo descubrimos más adelante.
Antes deberíamos resolver la duda de por qué usamos el verbo cronometrar para una función que cumple el cronógrafo. La solución es más complicada de lo que parece. Los cronógrafos no son los únicos instrumentos que usamos para medir el tiempo de manera independiente. Esta tarea también se puede realizar con el bisel de un reloj de buceo.
Además, sería muy complicado cambiar el uso de términos tan arraigados entre los hablantes de español en aras de una mayor precisión. ¿Sería más adecuado usar el verbo cronografear en lugar de cronometrar? Puede que sí, aunque la recompensa sería escasa en comparación con el esfuerzo y confusión que este cambio supondría en el idioma actual. La mejor solución es tener muy claro que cronómetro y cronógrafo no son lo mismo.
