Bajo la narrativa RABAT Magnificent, la firma de alta joyería reunió anoche a un selecto grupo de invitados para celebrar un lanzamiento muy especial: seis piezas en talla oval y esmeralda, que ya forman parte de la exclusiva colección RABAT Red Carpet. El evento, que tuvo lugar en la emblemática boutique del número 6 de la calle Serrano, resultó ser mucho más que una cita con la joyería más exquisita: fue una declaración de estilo, una oda a la artesanía y a la belleza, y un espectáculo de luz en plena noche madrileña.
La inspiración, como todo en RABAT, partió de la pureza. Los reflejos del espejo y la transparencia del cristal marcaron la estética de la noche: desde la decoración —los arreglos florales de orquídeas blancas que evocaron la pureza de los diamantes— hasta el menú de la cena, transformando el espacio en una experiencia sensorial. Y como colofón a este espectáculo, la cantante Izah, con su mezcla de soul y R&B, llenó la velada de un aura sofisticada, mientras que las DJs Inés Bilbao de la Cierva e Inga Dau animaron la noche con su música.
Un homenaje al oficio de la joyería
Collares, pulseras, anillos y pendientes iluminaron el evento a través de los diamantes que las invitadas añadieron a sus looks. Todas ellas vestidas de blanco o negro, o con la combinación de ambos, para dejar todo el protagonismo a las piedras preciosas más espectaculares. Hubo representación del cine, con Macarena García, que ya eligió las piezas de RABAT Red Carpet en la última entrega de los premios Goya; de la música, con Mónica Ugalde; de la moda, con Blanca Padilla, Blanca Romero, Lucía Rivera y Helen Svedin, junto a sus hijas, Martina y Daniela; socialités, como Tana Rivera, Lourdes Montes y Anna Cristina Portillo; y destacados rostros como Sandra Gago, Marta Pombo, Rocío Irisarri, Grace Villarreal o Alejandra Capetillo.
Pero, sobre todo, la fiesta fue una celebración del oficio joyero: del tiempo de trabajo que requiere cada pieza y del respeto absoluto por los materiales. Cada joya de RABAT nace de un proceso que combina la búsqueda gemológica más exigente con una ejecución artesanal que se transmite de generación en generación. La casa selecciona solo una fracción mínima de los diamantes naturales disponibles en el mundo, aquellos que cumplen con los estándares más altos en color, pureza, talla y simetría. Y, después, en manos de sus maestros joyeros, cada piedra se transforma en una creación que no busca deslumbrar por su tamaño, sino por su perfección.
Esa filosofía —la de entender la joyería como legado, no como tendencia— impregnó toda la velada. Los invitados se detuvieron frente a los expositores para contemplar la minuciosidad de cada engaste, la armonía entre las proporciones y el modo en el que la luz se deslizaba sobre las facetas. Y a medida que avanzaba la noche, los destellos se fundían con las conversaciones de nuevos o viejos conocidos, la música, la risa y el disfrute. Porque en el universo RABAT Magnificent el lujo no se mide en quilates sino en momentos imborrables.
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