Un recorrido por las joyas technicolor que iluminan todos los looks de este verano

29 Ago 2024

POR Susana Molina

Es el momento de mezclar colores: turquesas, rubíes, topacios, zafiros o esmeraldas se unen al oro para mostrar toda su belleza en su versión más natural o para componer looks boho de super tendencia.

Desde que existen joyas, existe el color. En el antiguo Egipto ya se utilizaban cornalinas, turquesas y lapislázuli en amuletos —las piedras tenían significados protectores y espirituales— y, en Roma, granates y ónices dieron forma a anillos o broches. En la Edad Media, algunas gemas como los rubíes y las esmeraldas colorearon cruces y relicarios, y las coronas que simbolizaban el poder. Gracias a las pinturas —es increíble el detalle de las representaciones minuciosas de artistas como Sofonisba Anguissola— sabemos que en el Renacimiento las piezas hechas con esmeraldas, rubíes y zafiros se popularizaron como manifestación del estatus y la riqueza.

Hasta que a finales del siglo XIX las joyas se liberaron de la tarea de tener que representar el estatus o la religiosidad del que las llevaba, y pasaron a ser simplemente bellos objetos de deseo. La estética Art Nouveau, inspirada en la naturaleza, concibió la joyería en su máxima expresión creativa y colorida. Y aunque el oro y los diamantes protagonizaron las piezas más deseadas de la época victoriana y el Art Decó, el color siempre estuvo presente a través de adornos de rubíes, esmeraldas o zafiros.

La estética que anima

Las gemas alcanzaron su máxima popularidad en la década de los 70: todas las tendencias en joyería tuvieron como protagonistas el color y el maximalismo, en un deseo por representar el brillo y la energía de la cultura disco que tanto influyó en la moda. Collares y pulseras en sus máximas dimensiones, anillos XXL con piedras de colores —las turquesas fueron super tendencia— y las reminiscencias a destinos exóticos —Marrakech influyó en la costura de Yves Saint Laurent— vuelven en la colección RABAT 70’s, una oda a esta estética cargada de vitalidad y optimismo. La malaquita, el topacio, el lapislázuli, las turquesas o el coral aportan, por un lado, un toque super sofisticado y, por otro, una inyección de energía y positividad capaz de levantar cualquier look estival.

Con la vuelta de la estética boho más sofisticada, que tiene a su máxima representante en Sienna Miller, las joyas de inspiración seventies cobran más sentido esta temporada. Combinadas con vestidos de tipo túnica o caftán, diseños de escote halter que fluyen como los que Halston creó en los 70 para moverse en la pista de Studio 54, o looks en los que los encajes y bordados se postulan como una oda al romanticismo. El objetivo es conseguir una estética libre y relajada en consonancia con estos días en los que el tiempo parece detenerse para nuestro disfrute.

Volver a la esencia para deslumbrar

Después llegaron los 90 y el minimalismo dio prioridad a la belleza de las gemas en su representación más natural. Esa tendencia de brillar con los colores más puros de las piedras preciosas llega esta temporada a través de la colección RABAT Natural Stones, una línea de piezas artesanales que no necesita más ornamentos para brillar por sí sola. El amarillo de las gemas citrino, el púrpura de la amatista y el azul del topacio son los tres colores principales que elevan cualquier look sobrio de noche o suman a uno animado de día.

Los collares compuestos por infinidad de gemas que aportan luz al rostro, los anillos dimensionados y los pendientes largos son las piezas perfectas para combinar con un vestido negro o blanco para una cena a la luz de la luna. Estas mismas piezas, añadidas a looks de estampados (la temática tropical potencia el efecto veraniego) son perfectas para sofisticar conjuntos de día mucho más allá de contextos formales. Una comida en el chiringuito de moda sabe mejor con un collar de cuarzos multicolor que consigue un efecto candy

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