Joyas

Cine y joyas, la unión que hace magia

Los personajes de la gran pantalla nos hacen soñar. Mucho más si hay piedras preciosas de por medio. Esta es la historia de las joyas inolvidables de Hollywood con las que alguna vez hemos soñado.

Diamantes, rubíes, zafiros… El cine siempre ha sido el escaparate perfecto para exhibir algunas de las piedras preciosas más impresionantes. Primero Hollywood las usó para enseñarnos el glamour infinito que se escondía en sus estudios —Carmen Miranda, por ejemplo, nos transportó a mundos exóticos en A la Habana me voy (Walter Lang, 1941), y Rita Hayworth nos regaló en Gilda (Charles Vidor, 1946) un tip de estilo imprescindible y eterno: una gargantilla riviere es suficiente para brillar con un escote palabra de honor—. Y poco después los guionistas descubrieron el poder de las joyas para contarnos historias de amor inolvidables, descubrirnos la vida de grandes mujeres o entretenernos con robos planeados por elegantes ladrones.

Rita Hayworth Gilda (Charles Vidor, 1946)
Rita Hayworth Gilda (Charles Vidor, 1946)

Irresistibles para dar el golpe

En la historia de Hollywood, los collares más impresionantes han servido de inspiración para los atracadores de guante blanco más seductores. En Atrapa a un ladrón (Alfred Hitchcock, 1955), Grace Kelly es una heredera estadounidense que con un collar de diamantes quiere atraer la atención de Cary Grant, un maleante que actúa en el sur de Francia. En el film, después de estudiar la joya, Grant dice: “Sabes tan bien como yo que este collar es una imitación”. Y no se equivocaba. La princesa de Mónaco lleva una pieza de bisutería que la productora alquiló para el rodaje por 75 dólares.

Grace Kelly y Cary Grant en Atrapa a un ladrón (Alfred Hitchcock, 1955)
Grace Kelly y Cary Grant en Atrapa a un ladrón (Alfred Hitchcock, 1955)

Lo mismo le ocurrió a Claudia Cardinale en La pantera rosa (Blake Edwards, 1963): convertida en la princesa Dhala, David Niven trata de robarle un collar con un diamante rosa en el centro. La pieza era ficticia pero estaba inspirada en un diamante real, una piedra de un rosa intenso que es una de las más cotizadas del mundo.

Otro de los collares más golosos para los ladrones de Hollywood es el que llevó Anne Hathaway en Ocean’s 8 (Gary Ross, 2018). La diferencia es que este sí tenía valor. Inspirado en una pieza de los años 30 que pertenecía al marajá de Nawanagar, se creó una réplica expresamente para Hathaway, en la que el diamante azul de la original se sustituyó por una circonita.

Anne Hathaway en Ocean’s 8 (Gary Ross, 2018)
Anne Hathaway en Ocean’s 8 (Gary Ross, 2018)

Collar colgante de oro blanco con diamantes

Sin robos ni sobresaltos, las historias de amor de la gran pantalla también nos han regalado inolvidables escenas en las que las joyas han sido las protagonistas. Imposible pensar en el romance entre Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en Titanic (James Cameron, 1997) sin que nos venga primero a la mente el famoso collar The Heart of the Ocean. Un diamante azul que en la película dicen que perteneció a Luis XVI pero que su valor es mucho menor en la realidad, ya que se creó para la ficción con circonitas y un baño de oro blanco.

Kate Winslet en Titanic (James Cameron, 1997)
Kate Winslet en Titanic (James Cameron, 1997)

En Como perder a un chico en 10 días (Donald Petrie, 2003), Kate Hudson y Matthew McConaughey acuden a la gala de una marca ficticia de joyas, pero lo que no es ficticio es el collar que lleva la actriz: un exclusivo diamante amarillo que combina con un vestido de seda creado por Carolina Herrera acorde con el tono de la joya. La pieza, inspirada en la bailarina Isadora Duncan, es tan valiosa que en el rodaje tuvieron que adoptar unas medidas de seguridad especiales. De hecho, las personas que aparecen custodiando la pieza en el film no son actores sino auténticos guardias.

Kate Hudson Como perder a un chico en 10 días (Donald Petrie, 2003)
Kate Hudson Como perder a un chico en 10 días (Donald Petrie, 2003)

Otra escena del género romántico en el que un collar es capaz de robar el protagonismo —en este caso a la mismísima Julia Roberts– aparece en Pretty Woman (Garry Marshall, 1990). Richard Gere le regala una pieza de rubíes y diamantes que combinará con un vestido rojo palabra de honor para ir a la ópera. Es tan espectacular que a Vivian, la mujer a la que interpreta Roberts, le da miedo tocarlo.

Pero la pieza imprescindible en las historias de amor del cine es el anillo de compromiso. Desde el exclusivo diamante negro que Mr. Big regaló a Carrie Bradshaw en la segunda entrega de Sexo en Nueva York (Michael Patrick King, 2010) hasta el elegante diseño de talla marquesa de Mia Farrow en El Gran Gatsby (Jack Clayton, 1974). Pero, sin duda, el más especial de todos los que hemos visto en la gran pantalla es el que lució Grace Kelly en Alta Sociedad (Charles Walters, 1956), y no solo por su impresionante diamante de talla esmeralda sino porque pertenecía a la actriz: era el anillo de compromiso que el príncipe Raniero de Mónaco le regaló antes de ser princesa.

Grace Kelly en Alta Sociedad (Charles Walters, 1956)
Grace Kelly en Alta Sociedad (Charles Walters, 1956)

Grandes mujeres con grandes joyas

El cine es también un escaparate de vestuarios históricos a los que acompañan joyas que logran emular la estética de mujeres de la realeza o de la aristocracia. Cuando a la diseñadora de vestuario Jacqueline Durran le encargaron transformar a Keira Knightley en Anna Karenina (Joe Wright, 2012) sabía que no podía escatimar: solo unas piezas impactantes podrían hacer que esta exiliada rusa en la Europa del siglo XIX fuera convincente. El resultado fue una colección de joyas firmadas por CHANEL, en la que las perlas y los diamantes con algunos detalles de camelias aportaron un toque contemporáneo a un vestuario de época.

Keira Knightley en Anna Karenina (Joe Wright, 2012)
Keira Knightley en Anna Karenina (Joe Wright, 2012)

A veces estas licencias estilísticas que se salen de la estética de la época son esenciales para atraer al público actual. Otras, en cambio, parecen no concordar con el tiempo aunque sí son precisas. Este es el caso del collar de Natalie Portman en Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008). La actriz, que interpreta a la reina consorte de Inglaterra Ana Bolena, lleva una cadena con su inicial en oro y choker de perlas que aunque pueda no encajar en el siglo XVI por ser ahora super tendencia, lo cierto es que fue una de sus joyas preferidas. Y así lo demuestra uno de los pocos retratos que se conservan de ella —el rey mandó quemar casi todos— en la National Portrait Gallery de Londres. Porque todas las joyas, además de mágicas, tienen el poder de ser atemporales.

Natalie Portman en Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008)
Natalie Portman en Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008)