Hay días que nunca se olvidan. Puede que nuestra memoria nos engañe y haga que a veces nos bailen las fechas, pero la esencia, lo que pasó entonces, permanece. Un encuentro, una boda o cualquier acontecimiento especial que nos haya unido a nuestra pareja es una maravillosa excusa para celebrar el amor por todo lo alto. Porque, al final, ¿qué sería de la vida sin estos ratitos?
Con vistas al mar, en el centro de la ciudad o en plena naturaleza, tenemos los destinos y los hoteles más románticos para volver a marcar en nuestra memoria otro evento imborrable.
El paraíso era esto
Aquí no existen las habitaciones, tampoco los pasillos o los lobbies. No hay nada que pueda coincidir con un hotel convencional. El Royal Mansour Marrakech es un palacio morisco rodeado de cinco hectáreas de jardines y de todos los encantos de las tradiciones marroquíes. Entre palmeras, naranjos, fuentes y callejones de terracota se esconden 53 exclusivos riads.
El dolce far niente
Mongibello no existe pero el olor de sus limoneros, el sabor de sus gelatos y la belleza de sus calles nos confirman que allí pasaremos el mejor verano de nuestra vida. Mongibello es el nombre inventado del pueblo en el que se desarrolla la novela de El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith, y ahora también es el del hotel más italiano de Ibiza. Vivir en la estética perfecta del filme que protagonizaron Gwyneth Paltrow, Matt Damon y Jude Law será posible a partir de principios de este verano.
Entrar en este alojamiento ubicado en Santa Eularia des Riu, al oeste de la isla, significa abrir las puertas a la dolce vita de la Costa Amalfitana. Su decoración es alucinante —como la de todos los alojamientos que forman el grupo The Concept Hotels— y mezcla influencias italianas con un toque canalla ibicenco: ilustraciones de Tony Pike o Ángel Nieto decoran sus paredes.
París siempre es una gran idea
Si se trata de celebrar, Grand Pigalle Hôtel es el lugar oportuno. Este hotel situado al sur de la Pigalle, el barrio rojo de París, está concebido para disfrutar y brindar con la coctelería. Y no solo por su bar —especializado también en vinos— sino por detalles como minibares con combinados artesanales embotellados o alfombras decoradas con motivos de copas. La estética, de aire retro y parisino, es obra de Dorothée Meilichzon, que a su vez se inspiró en la anticuaria e interiorista de culto Madeleine Castaing. Y para rematar, la belleza del interior de Grand Pigalle Hôtel queda envuelta por un edificio de estilo Haussmann.
No puede faltar la gastronomía. Su restaurante, Frenchie, es uno de los mejores de París. Dirigido por el chef Gregory Marchand, toma su nombre del mote que Jamie Oliver le puso cuando fue jefe de cocina en Fifteen, uno de los locales que el cocinero británico tiene en Londres. Frenchie es un espíritu libre con una cocina global inspirada en los viajes de Marchand.
Viaje (en tren) al pasado
En 1928 Alfonso XIII inauguró en Huesca la estación de Canfranc, un punto estratégico para la comunicación ferroviaria de España con Francia. Durante la Segunda Guerra Mundial fue el escenario de espionaje y detenciones —personas que trataron de huir a Portugal o Francia— hasta que cerró en la década de los 70.
Ahora el grupo Barceló acaba de recuperar este edificio histórico para convertirlo en el Hotel Canfranc o en lo que podría ser el escenario de una película de Wes Anderson. La rehabilitación, a cargo del estudio de interiorismo ILMIODESIGN, no solo transporta a los años 20 con un respeto absoluto a la esencia de esta construcción, sino también al Gran Hotel Budapest del director texano. Incluso los uniformes, diseñados por Nacho Lamar e inspirados en el vestuario ferroviario, recuerdan a los de los personajes del filme.
En un lugar remoto
El faro de Punta Cumplida es el más antiguo de España y ahora también uno de los alojamientos con más encanto de la isla de La Palma y del mundo. Un típico patio canario da acceso a las tres únicas suites de este pequeño hotel en tamaño pero inmenso en experiencias. Desde su terraza, a 34 metros de altura, las vistas nos hacen creer que volamos sobre el Atlántico y su piscina infinity, que se funde con el océano es una balsa de paz y desconexión. Imposible no enamorarse y volverse a enamorar en un escenario que no conoce las prisas ni la rutina, y sus puestas de sol resultan artísticas.
A menos de 2 kilómetros del faro, están Las Fajanas, unas piscinas naturales formadas por lava volcánica que ha ganado terreno al mar. Aquí los baños recuperan la tranquilidad que la bravura del océano le quita en otras partes de la isla.
