Una premisa así es lo suficientemente importante como para que los actores más importantes del mercado pongan su mirada en el mercado pre-owned. Tal es la atención por parte de las marcas, que la propia Rolex lanzó su propio Rolex Certified Pre-Owned en 2024. Recuerdo perfectamente el revuelo entre aficionados cuando se desveló. Ahora, se toma como algo totalmente natural; de hecho, el volumen es tan grande que la disponibilidad y el precio de las piezas es más que atractivo. Un ejemplo de esto puede ser este Rolex GMT Master II en Rolesor amarillo de 2006, con un precio de 15.000 €.
Más allá del puro volumen del mercado secundario, me gustaría seguir indagando en esta área de la percepción del consumidor. De 2020 a 2024, según el informe ‘Spotlight on the pre-owned market‘, publicado por Deloitte en diciembre de 2024, el interés por el mercado secundario entre los consumidores se ha duplicado, mientras que la indiferencia hacia dicho mercado se ha reducido a más de la mitad. Es decir: la penetración del mercado pre-owned es suficiente como para estar cambiando la forma en la que los consumidores interactúan con el mercado de relojes.
Pasemos ahora a las piezas en sí. Hemos hablado sobre el crecimiento del mercado de segunda mano, pero, ¿qué tipo de piezas están a la cabeza de este crecimiento? Si atendemos al año de fabricación, la división más común es entre piezas vintage, neo-vintage y modernas. En el informe mencionado anteriormente, utilizan una separación por periodos que considero adecuada: los relojes producidos antes de 1990 se consideran vintage, los producidos entre 1990 y 2004, neo-vintage, y los producidos a partir de 2004, modernos. Lógicamente, este es un criterio dinámico, que sin lugar a duda debería ir actualizándose con el paso de los años.
Dentro de esta clasificación, el grupo que destaca indiscutiblemente son los relojes neo-vintage. Y el motivo es claro: combinan la estética del pasado con la tecnología del presente. Veamos un claro ejemplo de esto. Este Patek Philippe Annual Calendar 5035, con una producción del 2001 al 2005, combina una estética que ya no encontramos en el catálogo actual. Además, gracias a su calibre —revisado por la casa y con la garantía de un programa pre-owned en el que se encuentra—, tiene mucho uso por delante para su futuro dueño y a un precio bastante contenido.
Otro ejemplo de esta relación entre estética y funcionalidades es el Audemars Piguet Royal Oak «120th Anniversary» Limited Edition de 1995. Un reloj de 33 milímetros, de cuarzo, con el brazalete de la generación anterior de los Royal Oak y a un precio razonable, aún más considerando que se trata de una edición limitada de una marca que, por cierto, este año celebra su 150.º aniversario.
Sin embargo, aún no hemos mencionado la mayor ventaja competitiva de los negocios pre-owned, respaldados tanto por las marcas como por distribuidores autorizados: la seguridad. Uno de los principales riesgos al comprar una pieza es, además de su estado, tanto la veracidad de sus piezas como la pureza de su origen. Es más frecuente de lo deseable encontrar piezas en mercados masivos de segunda mano con partes no correspondientes o, directamente, falsas. Es decir, si no eres un experto en materia, las probabilidades de pasar por alto elementos así en una compra son bastante altas.
El hecho de que todas las piezas ofrecidas en programas pre-owned, como el de RABAT, pasen por un servicio técnico oficial de la marca y se vendan con garantía elimina este posible problema. Lo que sí sucederá es que los relojes pasarán por el servicio con el objetivo de darles una segunda vida, no de preservar su estética. Por ello, se reemplazarán materiales como el tritio por otros más modernos, por muy codiciados que sean entre los aficionados a lo vintage. Esto es algo razonable teniendo en cuenta la garantía que se ofrece junto con estas piezas. Por ejemplo, sería una pena que, en tu búsqueda de un Tudor Montecarlo, te decantaras por una pieza con partes reemplazadas. Algo que puede evitarse al comprar en programas pre-owned con garantía y servicio técnico oficial, como este Tudor Heritage Chronograph Montecarlo del programa RABAT Pre-Owned & Vintage.
Además, esto no termina aquí: también es importante tener en cuenta la procedencia de las piezas. La compra de un reloj puede convertirse en un camino desafortunado si, por desgracia, se adquiere una pieza previamente robada. Esta posibilidad se esfuma al comprar en un servicio autorizado, ya que el trabajo conjunto de las marcas y los distribuidores garantiza el origen legítimo de las piezas y ofrece la tranquilidad que no encontramos en otros mercados como, por ejemplo, las subastas.
En conclusión, el crecimiento del mercado de segunda mano es notable, pero no sorprendente si se tienen en cuenta todos los factores. Es natural que, al poder acceder a ellas, los consumidores se interesen por piezas perfectamente funcionales y con diseños atractivos, incluso siendo de segunda mano. Más aún en un periodo inflacionario que afecta a todas las industrias y países del mundo, y, especialmente, al sector del lujo. La proliferación y el éxito de los programas pre-owned parece inevitable. Será interesante ver cómo evoluciona el mercado el día en que el mercado secundario supere al primario en volumen.